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De traficante de heroína en Estados Unidos a Presidente de la CEDEAO

Los títeres ejercen magnetismo y, mientras atraen nuestra atención, otros manejan los hilos. Resultan fascinantes y, cuando ya no contamos con Ashraf Ghani en Afganistán, podemos disfrutar del actual Presidente de Nigeria y de la Cedeao, Bola Tinubu. Es el hombre que quiere restaurar el orden constitucional en Níger, su país vecino. Cualquiera diría que es un escrupuloso defensor de la ley…

Desde hace muchos años, Tinubu es un protagonista muy activo en el mundillo político nigeriano. Sus biógrafos aseguran que en la década de los noventa se exilió para conseguir que Estados Unidos presionara al gobierno militar y restaurara la legalidad constitucional, usurpada por los uniformados. Como vemos, el destino de Tinubu es siempre la defensa de la ley y el orden establecidos.

Pero Tinubu es un mentiroso patológico. En los años ochenta, antes de la llegada de los militares a Nigeria, ya estaba en Chicago, donde obtuvo (compró o falsificó) un título universitario, aunque no sabe hacer la O con un canuto. Nunca fue a ninguna escuela. Es un listillo autodidacta.

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En los noventa fue objeto de una investigación federal en Estados Unidos por tráfico de heroína y lavado de dinero negro. Al menos dos de las cuentas bancarias abiertas a su nombre, con saldos de casi dos millones de dólares, estaban vinculadas a una red de tráfico de drogas dirigida por Akande y Agbele, miembros de su mismo clan familiar.

Akande es más conocido en Nigeria que Oubiña en Galicia. Tenía un vasto negocio de venta de heroína que se extendía desde África hasta el Medio Oeste de Estados Unidos. Los beneficios eran sustanciosos y Tinubu los escondía en las cuentas bancarias abiertas a su nombre.

Los tres capos de la banda se reconocían a sí mismos como tío y primos. Tinubu abrió una cuenta en el banco First Heritage y dio una dirección que era la misma utilizada por Akande y su empresa, Globe Link que, por lo demás, era el punto de entrega de los paquetes de heroína que llegaban desde Nigeria hasta Chicago.

Además, Tinubu abrió otra cuenta conjunta a su nombre y al de su esposa, Oluremi, que a su vez había abierto previamente otra en el mismo banco con Abdrey Akande, la esposa del capo del mismo nombre.

En su declaración Tinubu dijo que trabajaba como tesorero en Mobil Oil Nigeria y que su sueldo neto era de 2.400 dólares al mes, a todas luces insuficiente para mover los saldos de sus cuentas bancarias.

Como consecuencia de la redada, le confiscaron casi medio millón de dólares de las dos cuentas bancarias. Pero ni le juzgaron ni le condenaron, lo cual es algo que no le absuelve. Todo lo contrario. Desde entonces Tinubu huele a podrido mucho más. Da la impresión de que fue un apaño con algún fiscal que recibía órdenes de arriba. A Tinubu le separaron de los demás miembros de la trama de narcos y lo arreglaron con una especie de multa.

Obviamente, el montaje fue posible porque ya entonces Tinubu era un peón de Estados Unidos. Pagó medio millón de dólares y blanqueó el resto del dinero negro.

Tras el fin del gobierno militar, regresó a Nigeria en 1998 e inmediatamente volvió al mundillo político. Presentando muchos papeles falsos, fue gobernador del estado de Lagos, la capital de Nigeria, durante dos períodos de 1999 a 2007.

El dinero procedente del tráfico de heroína no fue más que un pequeño capital inicial. Lo que le convirtió a Tinubu en billonario, uno de los hombres más acaudalados de África, fue el cargo de gobernador. Su especialidad era cobrar al Estado obras públicas que jamás se realizaron.

Ahora tiene dos aviones privados a su disposición y lujosas mansiones repartidas por el mundo y, sobre todo, por los paraísos fiscales.

En Nigeria cuando alguien quiere burlarse de Tinubu dice que obtuvo sus certificados en Oluwole, que es una calle de Lagos, una especie de “rastro”, donde se llevan a cabo todas las falsificaciones que se hacen en el país. Si necesitas la firma de dios, no lo dudes: vete a Oluwole.

Pero Tinubu tiene las espaldas bien cubiertas por sus padrinos en Estados Unidos. El 10 de febrero de 2003 el diario nigeriano The Vanguard publicó una carta del Consulado de Estados Unidos en Lagos dirigida al inspector general de la policía, afirmando que no había nada en los registros del FBI que indicara que Tinubu, que se postulaba para la reelección como gobernador, hubiera sido detenido o buscado por algún delito en Estados Unidos.

La carta estaba firmada por Michael Bonner, el agregado legal del consulado. Después de una verificación de los registros del Centro Nacional de Información Criminal del FBI, dijo, “no había antecedentes penales de arresto, deseos, o órdenes de arresto para Bola Ahmed Tinubu”.

Era una “posverdad” oficial de Estados Unidos para blanquear a uno de sus peones de confianza.

Durante años la prensa nigeriana ha difundido la participación de Tinubu en una banda de narcos y crimen organizado investigada conjuntamente por la DEA, el FBI y el IRS. Sin embargo, esa parte de su biografía no aparece en ningún otro lugar.

En cada una de las elecciones a las que se ha presentado, que son varias, la prensa local ha recordado que Tinubu formó parte de una trama de narcotraficantes en Chicago. La última fue en febrero de este año.

Tres meses antes de que comenzara la campaña electoral, David Hundeyin volvió a publicarlo en West Africa Weekly, aportando los documentos judiciales originales, que son accesibles en Scribd. Luego lo han reproducido bastantes sitios de internet porque es algo característico: sólo en Nigeria, Colombia y España los narcos y sus amigos se presentan a las elecciones generales.

Los padrinos le guardan las espaldas a los peones como Tinubu. La BBC asegura que “no puede verificar esta historia” y habla de “rumores”. El INEC, una especie de junta electoral nigeriana, también sale en su defensa. “No estamos investigando al candidato presidencial del Congreso de Todos los Progresistas, Bola Ahmed Tinubu”, dijo en un comunicado que seguía la corriente de blanqueamiento de su figura.

Colombia no es el único ejemplo de que, a la mínima, los narcos se ponen del lado de la ley y se convierten en sus más fervientes defensores.

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