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OPINION

El culto al héroe – Luis de Miguel

Escrito por Luis de Miguel Ortega (Scabelum)

El culto al héroe

(del libro Tus Zonas Erróneas de Wayne Dyer)

El culto al héroe es una forma de autorrepudio. Hace que los otros sean más importantes que tú y condiciona tu propia realización a algo exterior a ti. Si bien no hay nada autofrustrante en apreciar y admirar a los demás y sus logros y talentos, esta actitud se puede convertir en una zona errónea cuando tú modelas tu comportamiento en el patrón de los demás.

Tus héroes son seres humanos. Todos son seres humanos. Cada día hacen las mismas cosas que tú. Les pica donde a ti te pica; por la mañana tienen mal aliento igual que tú. (El único héroe bueno es un bocadillo de jamón y queso o posiblemente unas berenjenas a la parmesana.) Con los demás malgastas tus esfuerzos.

Ninguno de los grandes héroes de tu vida te han enseñado nada. Y no son mejores que tú en nada.

Políticos, actores, atletas, estrellas de rock, el jefe, el terapeuta, el profesor, tu cónyuge o cualquier otro, son simplemente muy capaces en lo que hacen, nada más.

Y si tú los conviertes en héroes y los encumbras a posiciones que están por encima tuyo, es porque estás dentro de la “bolsa externa,” de los que les atribuyen a los demás la responsabilidad de las cosas buenas que les pasan y sienten.

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Algunos de los comportamientos humanos más despreciables de que se tenga conocimiento tuvieron como pretexto la obediencia a órdenes superiores. Los nazis ejecutaron a seis millones de judíos y asesinaron y maltrataron a varios otros millones de ellos porque así lo mandaba la “Ley”. Más tarde, después de la guerra, la responsabilidad por estos actos de barbarismo fue siendo trasladada rápidamente hacia la cúspide de la

jerarquía del poder nazi hasta llegar al punto en que en toda Alemania, la única gente a la que se le podía achacar estos horribles crímenes eran Hitler y sus principales secuaces. Los demás, todos los demás, simplemente habían obedecido las órdenes y la ley del Tercer Reich.

En Suffolk, Nueva York, un portavoz del distrito explicó hace no mucho tiempo por qué la gente a la que equivocadamente se le había cobrado de más en el rubro de Impuestos a la Propiedad no podría recuperar su dinero. “La ley dice que las facturas de Impuestos pasados no pueden ser revaluadas después de que se han pagado. Esa es la ley. Yo no puedo evitarlo. Yo estoy aquí, en este cargo, para hacer cumplir la ley, no para

interpretarla.”

Realmente, en otro tiempo y en otro lugar, este señor hubiera sido un excelente verdugo. Pero ya conoces el refrán. Lo oyes todos los días. No pienses, obedece los reglamentos incluso si son absurdos.

La mayoría de las normas que se imponen en las piscinas públicas, canchas de tenis y otros sitios públicos por el estilo, no tienen sentido.

(NOTA: Cuando sigues ciegamente las órdenes de tu “líder” de la “resistencia” o de la “disidencia”, tampoco estás en mejor posición)

Herman Hesse dijo en Demian:

“Los que son demasiado perezosos o comodones como para pensar por sí mismos y ser sus propios jueces, obedecen las leyes.

Otros sienten sus propias leyes dentro de ellos mismos; éstas les prohíben cosas que cualquier hombre honesto haría cualquier día del año y les permiten otras cosas que suelen considerarse despreciables.

Cada persona debe pararse sobre sus propios pies.”

Tu destino será vivir una vida de servidumbre emocional si tienes que acatar las leyes y las reglas todo el tiempo. Pero nuestra cultura nos enseña que es malo desobedecer, que no debes hacer nada que vaya en contra de los reglamentos.

Lo importante es determinar por ti mismo cuáles son las normas que funcionan, y cuáles pueden romperse sin perjudicar a los demás ni a ti mismo.

El rebelarse por rebelarse no produce beneficios pero son muchas las recompensas que se derivan de ser tu propia persona, tú mismo y de vivir tu vida de acuerdo a tus propias normas.

UNA OJEADA A ALGUNAS DE LAS RETRIBUCIONES NEURÓTICAS MAS COMUNES DEL CULTO AL HÉROE

Estas retribuciones o compensaciones, como todas las que brindan las zonas erróneas, fundamentalmente son autodestructivas pero también es cierto que constituyen en sí mismas un cierto tipo de sistema de apoyo.

– Puedes disfrutar el hecho de ser “un buen chico” o “una buena chica,” cuando aceptas todas “LAS NORMAS”. Puedes darte palmaditas en la espalda a ti misma por ser obediente A TU LÍDER. Este dividendo es regresivo ya que por su intermedio, regresas a un período anterior de desarrollo cuando se te recompensaba con unas buenas dosis de aprobación cada vez que te portabas bien, lo que significaba depender de que otra persona establezca tus normas de conducta.

– Tu sumisión y obediencia a “LA NORMA EXTERIOR” te permite atribuirle toda la responsabilidad de tu inacción al “LÍDER” en vez de asumirla tú mismo.

– Mientras la norma sea la razón fundamental de lo que eres (o no eres), podrás evitar los riesgos que implica el confiar en ti mismo para cambiar. Así pues, tus NORMAS evitan tu crecimiento.

– Tus “normas” te permiten MANIPULAR a los demás. Al decirle a un tercero que las cosas se deben hacer de una forma determinada, puedes lograr que lo haga como tú quieres.

– Es más fácil sacar a relucir una “NORMA” cuando te falta confianza en ti mismo. Al palidecer tu propia imagen, el “LÍDER” te sirve de baluarte.

– Te es posible seguir estando satisfecho con tu propio comportamiento y mantener vivos tus sentimientos hostiles cuando los demás no encajan en los “NORMAS” que tienes para ti mismo y para el resto del mundo. De ese modo, mejoras la opinión de ti mismo en tu propia mente a expensas de los demás porque éstos no obedecen las normas establecidas.

– Puedes ganarte la aprobación de los demás adaptándote a lo establecido “POR TU LÍDER”. Te sientes bien porque te integras, que es lo que siempre te han dicho que debes hacer. La vieja necesidad de búsqueda de aprobación aparece aquí también.

– Mientras tus pensamientos estén enfocados en los demás y mientras vivas a través de tus éxitos y fracasos, no tendrás que trabajar contigo mismo.

– El tener héroes puede reforzar la pobre opinión que tienes de ti mismo y permitirte evitar el esfuerzo de elaborar tu personalidad.

– Mientras los responsables de tus buenos momentos sean los héroes, y también de los malos, no hay razón para que seas tú quien asuma las responsabilidades.

Tu propia valía es, en este caso, la valía de un tercero; o sea, que es momentánea y transitoria. Depende completamente de esos grandes hombres y mujeres y de cómo actúan para ti.

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