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OPINION

ENFERMEDADES SUBJETIVAS – José Miguel Ruiz Valls

Escrito por José Miguel Ruiz Valls

ENFERMEDADES SUBJETIVAS

Cuando un juguete recibe un golpe puede que se estropee y que, en adelante, no funcione correctamente. Cuando un humano es golpeado puede ocurrirle algo parecido. Un traumatismo puede comprometer la capacidad de mover determinadas partes del cuerpo por haberse dañado la zona del cerebro que las rige. Con ciertas pruebas diagnósticas como radiografías, ecografías, resonancias etc. se puede “fotografiar” el daño y por tanto, poner en evidencia las patologías cerebrales, que nada tienen que ver con lo que los psiquiatras llaman “enfermedades mentales” ya que, para estas no hay prueba objetiva que pueda evidenciar su existencia.

Lo dicho sugiere que cerebro y mente no son “la misma cosa”. El cerebro es un órgano físico (Valga la redundancia); tan físico como el estómago y el corazón. A todos los órganos físicos se les puede aplicar, en principio, alguna prueba diagnóstica que evidencie un daño, si lo hay (Como sería, por ejemplo, un hematoma subdural) pero eso no se puede hacer con la mente. No hay ninguna prueba diagnóstica que pueda “fotografiar” un trastorno bipolar, una psicosis, una esquizofrenia; y eso complica el trabajo de los profesionales, hasta el punto de que una misma persona puede obtener diferentes diagnósticos si pasa por la consulta de diferentes psiquiatras.

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A falta de pruebas médicas que puedan objetivar un trastorno mental, a los psiquiatras no les queda más remedio que fundamentar su diagnostico en los síntomas que refiere el paciente. Eso hace imposible la existencia de enfermos mentales asintomáticos pues ¿Qué diagnóstico recibiría aquel que refiere que no le ocurre nada anormal? Se puede decir, por tanto, que la mente (No el cerebro) sufre enfermedades subjetivas (No objetivables). Utilizando el método subjetivo de diagnóstico, alguien que refiere “oír voces” puede ser diagnosticado como “esquizofrénico” y recibir un tratamiento químico paliativo (Pues la esquizofrenia está considerada, por muchos psiquiatras, una enfermedad “incurable”). El problema es que las drogas que se prescriben al esquizofrénico bien pueden inducirle a “oír voces” e incluso a “ver visiones”, según se indica en los prospectos. ¿Cómo pueden distinguir los psiquiatras qué voces son debidas a la enfermedad y cuáles son producidas por los medicamentos? De ninguna manera, y tal vez por eso están consideradas enfermedades incurables, porque lo único que podría cambiar el diagnóstico de un esquizofrénico sería que este refiriera no oír voces pero puede oírlas debido a los efectos “secundarios” de las pastillas que toma. ¡La pescadilla se muerde la cola!

Si hace unos pocos años hubiera acudido alguien a la consulta de un psiquiatra refiriendo que se siente mujer, se le podría haber etiquetado como “trastornado”; y quede claro que no es lo mismo sentirse mujer que homosexual pues un homosexual es, por definición, alguien que se siente atraído por otros de su mismo sexo, por otros de su mismo género (No refiere ser de un género distinto). Aquel al que vulgarmente llamamos “maricón” (Vulgar pero no despectivamente pues así se llaman también ellos, cuando están entre ellos) es un hombre al que le gustan los hombres mientras que un transexual es una mujer a la que le gustan los hombres ¿O no es así? Pero la cuestión es que el manual de diagnóstico que utilizan los psiquiatras va cambiando con el tiempo, excluyendo ciertas enfermedades e incluyendo otras nuevas. ¿Puede ser que comportamientos que eran tenidos por trastornos hoy no lo sean? ¿Puede ser que comportamientos que hace unos años no eran síntoma de enfermedad hoy sí lo sean? Solo hace falta echar un vistazo a las diferentes ediciones de ese manual (Accesibles en inernet) para comprobar que en esa realidad vivimos.

Hoy cualquier hombre puede manifestar públicamente que se siente mujer y exigir que se le trate como tal. Pero cuando preguntas a cualquier psiquiatra ¿qué es ser mujer? no sabe responder. ¿Cómo podría alguien sentirse mujer sin saber qué es ser mujer? ¿Cómo podría otro darle tratamiento de mujer si tampoco lo sabe? Malamente. De manera similar, cualquier persona puede referir que se siente “niño” y exigir que se le tanga como tal, pese a que múltiples pruebas diagnosticas objetivarían que es realmente un adulto.

Lejos ha quedado aquel tiempo en el que se podía ingresar a alguien en un manicomio por sentirse Napoleón y expresarlo. Hoy uno puede sentirse cualquier cosa sin temor a que lo encierren: puede sentirse bestia si quiere (perro, gato…) e incluso avión, aunque no vuele. Hace poco me aseguró una psiquiatra (Jefa de Psiquiatría de un hospital público, nada menos) que un enfermo mental, un trastornado, puede sentirse amenazado subjetivamente aunque objetivamente no lo esté, que puede creer sus propias paranoias. Si es así ¿Cómo distinguir una persona paranoica, que siente miedo ante una amenaza imaginaria, de una persona que siente miedo ante una amenaza real? ¿Cómo detectar, en un caso de violencia de género, a un denunciante paranoico que nunca ha ido a la consulta de un psiquiatra? ¿Cuántos puede haber así en el mundo? No tengo ni idea. Si algún psiquiatra lo sabe, le agradeceré que deje un comentario.

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