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OPINION POLITICA

El Banco Mundial y el FMI han apoyado programas de transmigración y crímenes de lesa humanidad

La opinión de Luisa Vicente, asesora jurídica y económica en materia socio laboral, empresarial y en RRHH; Colaboradora habitual de euskalnews.com

EL BANCO MUNDIAL Y EL FMI HAN APOYADO PROGRAMAS DE TRANSMIGRACIÓN Y CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

En este hilo, iré aportando  artículos míos sobre la colonización que ejerce  el Banco Mundial en todos los países, junto a ciertos  capítulos muy interesantes del libro “El banco Mundial, el golpe  de Estado  permanente” escrito por Eric Toussaint, como este primer aporte  del  apoyo a los movimientos migratorios que incluyó al final.

Desde su creación, ya hace 76 años,  tanto el BM como el FMI ( fondo Monetario Internacional) han violado los pactos internacionales y alimentado dictaduras que han conculcado  derechos humanos y libertades creando y permitiendo  regímenes despóticos y autoritarios implantados por la fuerza, la coacción y el miedo como está ocurriendo ahora en España y en otros países.

Los préstamos que El BM y el FMI otorgan sistemáticamente a los Estados, tienen la función de influir sobre sus políticas. 

Sede del Banco Mundial.

El endeudamiento externo que generan, y el que tiene  actualmente España desde hace años, incrementado ahora   por los recursos empleados en frenar la mal llamada “crisis sanitaria” , les permite  someter a los países deudores,   e imponer cambios drásticos que van en contra de los intereses  de los pueblos y  a favor de sus intereses económicos y  geoestratégicos.

PARA QUÉ SIRVE LA PANDEMIA

La pandemia es un instrumento  de estas Organizaciones  para:

  •  Aplicar  políticas antisociales a nivel mundial.
  •  Incrementar aún más la deuda soberana que tienen todos los países.
  •  Implantar un régimen autoritario y despótico para conculcar nuestros derechos y libertades, en la que estará basada “la nueva normalidad”.
  • Y  ejercer un exhaustivo control demográfico, que de otra manera hubiera sido mucho más difícil, aunque se lleva ejerciendo desde hace tiempo con la llamada cripto eugenesia, que abordaré ampliamente en otro artículo. 

Un ejemplo a pequeña escala referida a las políticas antisociales, es   la reforma de las pensiones que  tenemos en puertas. Hace años que la Directora del FMI, Chistine Lagarde  llamó  al orden y  advirtió  que  las pensiones estaban generando un desequilibrio  en la balanza de pagos, y creaban  inestabilidad económica. Otro ejemplo referido a la imposición de regímenes autoritarios,  es  la llamada “Ley de Seguridad Nacional” número   36/2015,  promulgada en 2015 durante el gobierno de Rajoy, y su anunciada  reforma hace unos días por el Presidente Sánchez.  Dicha ley confiere al gobierno  plena autoridad y sin cortapisas para conculcar nuestros derechos y libertades con  medidas tan graves como estas:

  •  Movilizar a personas.
  •  Requisar todo tipo de bienes privados.
  •  Y suspender todo tipo de actividad.

La ley de Seguridad Nacional tiene el beneplácito del BM y del FMI, a pesar de ser una ley antisocial y antidemocráticas. Deja a Sánchez manos libres para imponer todo lo que quiera con un mandato más autoritario aún del que tiene ahora.

Desde su creación, hace más de 7 décadas, ambos Organismos, junto a la ONU, han violado los pactos internacionales sobre derechos humanos,  han alimentado dictaduras, y regímenes despóticos, implantados por la fuerza,  la coacción o por el miedo, como está ocurriendo ahora en España y a nivel mundial.

SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

El inusitado y repentino interés de ambos organismos por las mujeres y los nuevos derechos sociales y sexuales que ha dado lugar  la ideología de género, ya  implantada  en todo el mundo con abundante  legislación en este ámbito, son políticas  geoestrategicas para eliminar el fundamento de la familia, ejercer el control de la natalidad de manera más intensiva que hasta ahora, y  reducir un 85% la reproducción biológica a nivel mundial. 

El método es siempre el mismo: emplear una semántica eufemística,  persuasiva  y ” progresista”  que cala entre la mayoría más joven,  que les resulta  difícil dilucidar sus verdaderas intenciones entre tanto eufemismo. 

  •  “El derecho a elegir y a usar tu propio cuerpo” 
  •  “El derecho a la sexualidad plural y diversa” 
  •  “La libertad de interrumpir tu “gestación embrionaria”
  •  “Tu cuerpo es tuyo” 

Algunos términos del nuevo lenguaje que pone a la bioética al servicio de la ideología.

  • “Interrupción voluntaria del embarazo” en vez de aborto.
  •  “Muerte digna» y no suicidio asistido.
  • ” Calidad de vida” y no eutanasia.
  • ” Clonación experimental” en vez de manipulación genética. 
  • ” Prediagnóstico embrionario” y no selección genética del ser humano.
  •  “Libertad de elección”  frente a eugenesia social.

La clase política sabe que esta semántica  crea una mentalidad social que ayuda a consolidar  sus planes de eugenesia,  de cripto eugenesia,  del control  de la reproducción biológica y  por tanto de la reducción demográfica. No en vano fomenta y enaltece  el  papel del “individuo independiente” , mientras  anula el fundamento  de la familia. 

¿DESDE CUÁNDO LES IMPORTAN LAS MUJERES?

Tendríamos que preguntarnos desde cuándo el BM, el FMI, y la ONU se han preocupado por las mujeres y sus  derechos. 

  • Las ha marginado sistemáticamente durante décadas.
  • Las han privado a ellas y a sus hijos  de derechos básicos, como la comida, el agua, la sanidad etc,  
  • Han permitido masacres de mujeres y niños en guerras  sin que  intervengan, ni hayan  movido  un solo dedo para impedirlas.
Mujeres violadas en Haití con hijos  fruto de esas violaciones.

En fin, tanto el BM, el FMI, como la ONU, han apoyado delitos flagrantes contra mujeres,  que podrían  ser sancionables con  pena muerte  por genocidio, y crímenes de lesa humanidad. 

Sus actuaciones son tan criminales como extensas. Merecerá la pena  ampliarlo en otro hilo para quitarles la careta. Es fácil engañar a la gente  utilizando  el persuasivo “neolenguaje”   para imponer  postulados ideológicos que solo les  beneficia  a ellos.

Se impone una descolonización y salir de estas Organizaciones cofinanciadas  por Corporaciones y  accionistas, y países miembros  que están acorralando al mundo. 

Ahora si, vamos al articulo del libro que referí al principio:

EL APOYO DEL BANCO MUNDIAL AL PROGRMA DE TRANSMIGRACIÓN

El Banco Mundial colaboró activamente en el siniestro proyecto de transmigración, alguna de cuyas facetas constituyen crímenes contra la Humanidad. El desplazamiento —en ciertos casos forzoso— de millones de personas de las islas de Java y Sumatra hacia otras islas del archipiélago y el desposeimiento de los indígenas de estas islas.

El Banco, sobre todo durante los quince años del período dorado del programa (1974-1989), fue su principal fuente de financiación externa. Los historiadores reconocen esta responsabilidad del Banco: «A mediados y a finales de los años 70, el Banco apoyó y prestó asistencia al controvertido programa consistente en el desplazamiento oficial y subvencionado de las familias de Java hacia otras islas.»  Esta colaboración no se limitó solamente a un apoyo financiero y técnico. También aportó su apoyo político al proyecto.

Entre 1950 y 1974, el número de personas desplazadas en el marco de la transmigración llegaba a unas 664.000 personas. Pero, a partir de 1974, con el apoyo del Banco Mundial, serían alrededor de 3,5 millones los desplazados y asistidos y otros 3,5 millones que emigraron por su propia cuenta. El Banco Mundial contribuyó directamente a los desplazamientos y reinstalaciones, y sus préstamos permitieron por una parte cubrir, en su casi totalidad, las migraciones «oficiales», 2,3 millones de personas, y por otra parte «catalizar» la reinstalación de unos 2 millones de migrantes espontáneos.

Aunque el Banco Mundial calificara la transmigración como «el programa de reinstalación voluntaria más grande del mundo», muy pronto se vio que el programa también servía para desembarazar a Java de habitantes indeseables. Así, en las principales ciudades javanesas, los «no conformistas», los viejos, los enfermos (incluidos los leprosos), los mendigos y los vagabundos se vieron forzados a optar entre desaparecer en el campo (donde tenían pocas posibilidades de sobrevivir), o bien sumarse a la transmigración. De noche, se los cargaba en camiones del ejército y eran llevados a los «campos de tránsito», donde los formaban con vistas a su reinstalación. El matrimonio era un criterio obligado de selección: las autoridades organizaban matrimonios forzados entre los solteros de la partida, y cuando se trataba de personas reclutadas a la fuerza, el departamento de asuntos sociales organizaba ceremonias de matrimonio en masa.

Los proyectos relacionados con la transmigración que contaron con más apoyo de esta institución fueron aquellos en los cuales intervenían directamente firmas privadas nacionales o extranjeras capaces de alimentar el comercio exterior y de atraer inversiones transnacionales más ambiciosas (en particular, proyectos de plantaciones industriales).

La explotación desenfrenada de los recursos de las islas exteriores se efectuó en beneficio del gobierno central y de las firmas explotadoras, pero con gran perjuicio de la población local, una gran parte de cuyo hábitat y de sus medios de subsistencia fueron destruidos para siempre. Las tierras de las islas periféricas se consideraban «vacías», ya que los indígenas que en ellas vivían desde tiempo inmemorial no tenían títulos de propiedad. Estas tierras se declaraban entonces «al servicio del Estado» y se confiscaban a la fuerza, la mayoría de las veces sin compensaciones. El Banco Mundial también apoyó al gobierno en sus actos de expropiación de las tierras pertenecientes a los indígenas, aunque nunca lo confesó oficialmente.

La transmigración heredó los terrenos no reservados a las concesiones forestales, cuya característica común era la de ser muy poco productivos. Porque a los agentes del gobierno encargados de señalar los terrenos a desbrozar poco les importaba que estos lugares fueran cultivables. Ellos debían señalar, en un mapa, la información relativa al acceso a los sitios, a la superficie a deforestar y a la cantidad de familias que en ellos se podían instalar.

La selva —recurso vital de la población autóctona en todos los aspectos— fue desapareciendo poco a poco por la acción, por una parte, de las empresas de explotación forestal y de plantaciones comerciales y, por otra parte, de los equipos gubernamentales encargados de desbrozar áreas destinadas a la agricultura y a la instalación de los migrantes. Por otra parte, las empresas mineras (ver el caso de la compañía minera estadounidense Freeport McMoran  reducían a polvo las montañas y vertían cotidianamente en los cursos de agua toneladas de residuos minerales, contaminándolos sin remedio. Como los ríos constituían la única fuente de agua de los nativos, la polución provocó grandes catástrofes sanitarias. La extracción de petróleo a lo largo de las costas también causó un grave perjuicio a la fauna y la flora marinas, otras fuentes de alimentación de la población.

Los verdaderos responsables son los que concibieron, hicieron ejecutar y financiaron el proyecto. Son, en primer lugar, el poder público indonesio y las instituciones internacionales (en primer lugar el Banco Mundial), Y también algunos gobiernos occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Israel…) y las empresas nacionales y extranjeras implicadas en la realización concreta del proyecto. Tanto el desarrollo y la proliferación de las explotaciones intensivas de los recursos naturales como el crecimiento acelerado de las áreas destinadas a los cultivos comerciales son resultado de los programas financiados por los préstamos internacionales. Y estos préstamos siempre han estado condicionados a la apertura de los mercados en todos los niveles, eliminación de las barreras aduaneras, atracción de los capitales extranjeros, prioridad a los monocultivos de exportación, liberalización y privatización de los sectores de distribución de bienes y servicios, etc.

A finales de los años 80 abundaron las críticas, numerosas y virulentas, tanto en el interior como en el exterior del archipiélago, acusando al Banco Mundial de participar en un proyecto de dominación geopolítica que multiplica los atropellos sociales y ecológicas y no respeta los derechos humanos en sus procedimientos. En efecto, el Banco Mundial había tenido un papel protagonista en un proyecto cuyas consecuencias fueron nefastas e irreversibles: control de la población nativa de las islas exteriores y violación de su derecho de propiedad del suelo; coste exorbitante de los desplazamientos (7.000 dólares por familia, según estimaciones del propio Banco  considerando los resultados, porque según un estudio del Banco de 1986, el 50 % de las familias desplazadas vivían por debajo del nivel de pobreza y el 20% por debajo del nivel de subsistencia; problemas de densidad de población persistentes en Java; deforestación masiva de las islas exteriores.

El Banco Mundial, acusado desde todos lados decidió cesar la financiación destinada a la instalación de nuevos sitios de transmigración y a la cobertura del traslado de los transmigrantes. Concentró sus préstamos, de todos modos, en el reforzamiento de las aldeas ya existentes  y en el mantenimiento de los cultivos comerciales, es decir, que abandonó sólo parcialmente su participación en el programa.

Por supuesto, el Banco desmintió todas las alegaciones formuladas por los observadores críticos y decidió, en 1994, realizar un estudio de evaluación interna  acerca de los proyectos financiados por la institución a fin de determinar sus eventuales responsabilidades. En dicho informe admite una parte mínima de responsabilidades: que el proyecto de Sumatra «ha tenido efectos negativos y probablemente irreparables» sobre la población kubu, pueblo nómada cuya supervivencia se basa en el cultivo en barbecho, la caza y la recolección en la selva; y pone en evidencia que «aunque la existencia de los kubus en las zonas del proyecto se conozca desde la planificación del proyecto, se efectuaron pocos esfuerzos para evitar los problemas».

Los préstamos del Banco Mundial para el programa de transmigración se ajustan exactamente a la constitución de una deuda odiosa: fueron contraídos por un régimen despótico que pudo emplearlos para fines represivos; no se usaron para servir al bienestar de la población. En consecuencia: esta deuda es nula y sin valor; debe ser cancelada. Pero sería insuficiente quedarse en esto. Como se ha visto, el proyecto de transmigración que el Banco Mundial apoyó implicó el desplazamiento forzoso de ciertas poblaciones. El Banco no puede afirmar simplemente que no lo sabía. También ha sido cómplice de la violación de los derechos de los pueblos indígenas que habitaban las zonas colonizadas por dicho proyecto. Estos actos tan graves no pueden quedar impunes.

( Fin de una parte del capitulo 9 del libro ” El Banco Mundial, el golpe de estado permanente “)

Luisa Vicente

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