La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
LA ERA URKULLU TOCA A SU FIN
Cada Lehendakari tiene su coyuntura y su fecha de caducidad. Garaikoetxea, por ejemplo, fue un personaje simbólico para la gran oportunidad de la unificación de Euskadi con Navarra, que a comienzos de la década de 1980 parecía algo alcanzable y real. Al haberse frustrado tan histórica ocasión, su permanencia en el cargo ya no tuvo sentido -aparte de las diferencias que llevaron a una escisión en el Nacionalismo Vasco cuyas consecuencias se hacen sentir todavía en la actualidad-. De manera análoga, Ardanza e Ibarretxe fueron hombres de su período. No nos imaginamos a uno de ellos en la situación del otro, ni desempeñando su función una vez que las condiciones externas hubieran cambiado. Porque a diferencia de otras autonomías o el contexto más amplio de la política estatal, en Euskadi el inquilino de Ajuria Enea no alcanza su dignidad institucional a través del típico juego de pugnas ideológicas y apuestas por el liderazgo, sino como resultado de un complejo proceso de consensos en el seno del PNV y la decisión de un oscuro gremio que posee facultades para perfilar al candidato en función de los requisitos del momento.
En este sentido, Urkullu fue el hombre de la estabilización, la concordia y el regreso a lo práctico, tras los excesos soberanistas del período Ibarretxe y el interregno de Patxi López. Cuando el péndulo identitario bascula hacia este lado de la realidad, caracterizado por las necesidades de tejas abajo (economía, empleo, competitividad, etc.) lo que se necesita es un candidato moderado. Alguien que sepa mandar y asegure la gobernabilidad. Un profesional, de esos que con su discurso de Año Nuevo aburren a las ovejas, pero que a la hora de la verdad saben golpear con puño de hierro dentro de su guante de terciopelo. Para hacer un buen trabajo en este sentido no hacen falta dotes de liderazgo. Mientras la economía funcione bien o no se produzca alguna catástrofe, todo marcha sobre ruedas.
Entonces llegó el año 2020, tan aciago para Euskadi como para el resto del mundo. Comenzaron a derumbarse los vertederos de basura y un virus contagioso se extendió por el planeta con las consecuencias que conocemos. No hace falta un gran talento profético para vaticinar que después de esta crisis del Covid-19 las cosas no volverán a ser como antes. Nos encontramos en el umbral de un cambio histórico de cierta magnitud, no tanta como el sensacionalismo de los medios nos anticipa, pero sí lo suficiente como para que resulte necesario acometer reformas políticas y económicas de cierta envergadura. El caso vasco no es una excepción. No sabemos lo que nos depara el futuro, pero podemos estar seguro de que las cosas se harán en todos los órdenes de un modo diferente al que conocíamos.
¿Es Iñigo Urkullu el dirigente adecuado para pilotar el ejecutivo vasco durante los años próximos? Piénsenlo dos veces antes de apostar por él. Para empezar, el fuerte desgaste de su imagen como resultado de la desastrosa gestión del Covid-19 por parte de nuestras instituciones y la clase política vasca ya lo incapacita del todo. En estos momentos Urkullu es un concepto asociado a toda clase de vivencias colectivas traumáticas: el hombre de las prohibiciones, de los toques de queda, los bares cerrados, los cierres perimetrales, los comités dictatoriales y toda esa mala leche que no cesa. Mal subtexto para cualquier cartel electoral. Por ello es de prever que de aquí a las próximas elecciones vascas -que podrán ser anticipadas o no, en función de lo grave que sea la crisis- el Lehendakari nos anunciará su decisión de no presentarse, mientras los ingenieros sociales del Partido trabajan en la promoción de un nuevo candidato que, además de tener un perfil adecuado a las circunstancias históricas, cumpla los dos requisitos básicos para ser presidente del Ejecutivo Vasco: saber euskera y haber nacido fuera de Bilbao.
[…] entrada «La era Urkullu toca a su fin» – Patxi Lázaro se publicó primero en […]
Los lendakaris no son gobernantes, son dictadores, abramos los ojos, este sistema politico no da para mas, cuanto mas retrasemos esa verdad, sera peor
URKULLU QUE TE DEN PURKULLUUUUUUU
El problema es que toda la clase política vasca sin excepción ( y española) es la misma basura repugnante y privilegiada.