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La actualidad sin censura

OPINION

“El bálsamo de Fierabrás” – Enrique Santo

El bálsamo de Fierabrás

Un saludo de nuevo doña Yésica, siempre es un placer tener noticias de usted. Sepa que en el mundo de las profundidades abisales donde habita el conspiracionismo es todo un acontecimiento recibir las novedades que caen de la superficie informando sobre las últimos avatares o sucesos pandémicos. Y entre esas migajas devoradas, consumidas con fervor, sus publicaciones son todo un evento que se celebra cual estreno de la mayor celebridad hollywoodiense. Me gustaría decir que no me pierdo ninguno de sus artículos pero lamentablemente por falta de tiempo a veces debo renunciar a tal deleite, como también lamento profundamente no haber podido, por el mismo motivo, concluir la respuesta que tenía pensada para su artículo: “Desarmando a los antivacunas contra la covid: bulo a bulo” publicado el 6/6/21. Algún día quizás. 

Antes de empezar me gustaría señalar que esta vez no voy a refutar todas y cada una de las aseveraciones de su texto como hice con su escrito sobre el lobby antivacunas (https://euskalnews.com/2021/08/respuesta-al-articulo-de-yesica-sanchez-en-libertad-digital-sobre-lo-que-llama-el-lobby-antivacunas/) con el fin de ¿intentar? no hacerlo tan largo y pesado y porque muchas de las cosas que comenta no son más que repeticiones, como cuando se empeña en descalificar profesionalmente a los gurús de la resistencia cambiando los protagonistas pero manteniendo la técnica, por lo que conceptualmente considero esas cuestiones resueltas. 

Sí me gustaría hacer dos apreciaciones; una sobre Andreas Kalcker, puesto que cuando comienza a descalificarlo, a los habitantes de las profundidades abisales, les aparece, sin poder evitarlo, una leve mueca, un gesto en el rostro, imitando a sonrisa involuntaria, como cuando se observa a un niño empeñado con voluntariosa tenacidad ocultar la luz del sol con los dedos de una mano y no puede uno menos que alabar su infructuosa imaginación. 

La segunda se basa en el perseverante intento, cual catón honorario, de desprestigiar a Josep Pamies. Aparentando ser una más de las desacreditaciones y descalificaciones que hace por artículo, en este particular asunto, parece brillar un trasfondo más profundo que implica la idea y concepto de libertad. Aquí su principal argumento, es la acusación interpuesta por el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña contra dicho ciudadano con la excusa de que supuestamente vende dióxido de cloro para intentar, esta vez sí, silenciarlo definitivamente por sus molestas denuncias, afirmaciones y comportamientos que podrían dejar en evidencia, en caso de tener razón, a más de un órgano científico oficial. Pero mientras llega el puritito trámite del seguro fallo condenatorio (usted sabe fehacientemente que es culpable) ya le tenemos encargándose de mancillar y denigrar su buen nombre como se debe hacer con todo sentenciado. 

Como usted no tiene ninguna prueba que aportar, (si existiese una simple multa de aparcamiento ya se habría encargado de anunciarlo en las marquesinas de los principales espectáculos circenses) ya que don Josep Pamies ha sido absuelto de todas y cada una de las denuncias interpuestas contra él por todos los organismos oficiales habidos y por haber, ¿le suena el cuentecillo ese de un tal David contra Goliat?, debe aferrarse al único clavo ardiendo que tiene de la enésima denuncia interpuesta. Eso sí, al tiempo que usted no aprecia ni percibe ningún problema ético por trabajar para un señor que ha sido condenado en firme en varias ocasiones, ¿le cosquilleará alguna vez en su cerebro algún pensamiento sobre varas y medidas? 

Dice el Artículo 19 de la declaración universal de los derechos humanos, cito: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. 

El escollo es que el señor Pamies tiene ideales, es un idealista, pero con el agravante de que además es capaz de luchar por ellos contra viento y marea. Cuando el idealista se mueve con el viento social a favor no hay problema y es anunciado, promocionado y exaltado por los voceros del régimen. Pero cuando aparece un quijote soñador y romántico que se impulsa en sentido contrario al de la corriente modelada por las élites que aspiran a dominar la sociedad, se encienden las alarmas y se ponen en marcha los mecanismos defensivos de esa comunidad que deben velar por el beneficio de la colmena, extirpando, por egoístas, los intereses particulares de esos individuos incapaces de sacrificarse y amoldarse a unas reglas solidarias y justas que sólo buscan el bien común. Tales comportamientos son inaceptables y por ello es prioritario el derribo de esas incómodas figuras antes que contaminen al grupo propagando sus perniciosas ideas, porque una manzana podrida es capaz de arruinar la cesta. 

Y desde esta tribuna, doña Yésica, debo ploclamar y proclamo (y porque no tengo otra, que si mil tuviese, mil veces lo proclamaría) que incluso estando equivocado el señor Pamies, el mundo necesita más que nunca valientes como él. Porque del mismo modo que la presencia de ranas es señal de pureza del agua de un estanque, la existencia de gente como Josep pamies es indicio del nivel democrático de una sociedad, ya que muestra que todavía quedan poderes capaces de consentir al discordante, evitando la homogeinización social, señal inequívoca de que el autoritarismo previo al totalitarismo ya ha permeado en toda la estructura social. Pero esto, mi querida doña Yésica, creo que usted no sería capaz de verlo ni en cien vidas que tuviera. 

Pero dejemos a estos personajes atrás ya que no son más que actores secundarios en esta historia donde la estrella absoluta no es ni más ni menos que el dióxido de cloro. Y en este apartado hay que indicar que su opúsculo se refuta a sí mismo. Nos ofrece el ying por medio de lo que se ve, de lo material, de lo que escribe y el yang en lo que se percibe e intuye por medio de la razón (puesto que no es apreciable a primera vista por los sentidos), en el espacio vacío, en lo que no dice pero se puede conseguir por medio de la lógica y la razón, porque la verdad aún teníendola delante de nuestras narices a veces no es visible sin el entendimiento. Como decía Jenófanes; “no desde un principio lo enseñaron los dioses todo a los hombres, sino que ellos buscando, en el tiempo encuentran la verdad”.
“Y por ello la obligación de todo humano es buscar si lo que se desea es la verdad, porque del mismo modo que la ventaja evolutiva del guepardo es la velocidad y la del elefante el tamaño y la fuerza, la del humano es el entendimiento y el que no ejercite el entendimiento está traicionando a la especie y de paso saboteando sus posibilidades de alegría y satisfacción. Es una característica innata, no se puede no tener” (1). Pero así como el guepardo que renuncia a correr está condenado a la extinción, el humano que no utiliza el entendimiento está condenado al sometimiento. Y como habitar en las honduras del conocimiento prohibido no elimina ni restringe la naturaleza del que lo posee y como alcanzar conocimiento produce alegría y satisfacción, intentemos sacar a la luz esa ciencia que brota del silencio de las palabras de Yésica Sánchez. 

El primer silencio se produce cuando pretende desprestigiar el dióxido de cloro como si fuese el bálsamo de Fierabrás omitiendo la existencia de otras drogas y protocolos salvadores, ya por desconocimiento (menos mal porque sino su furia no dejaría una en pie), o porque les reconoce, a estas sí, su efectividad. Con lo que me entra una duda ¿admite usted la existencia de tratamientos alternativos para esa enfermedad denominada Covid-19 o estamos todos condenados más tarde o más temprano a la preclara intubación oficial? 

La enseñanza que nos proporciona el segundo silencio la inferimos de la ausencia de conocimiento, porque afirmar que el dióxido de cloro (ClO2) es lejía (hipoclorito sódico, NaClO) es de traca. Creo (aunque esto no puedo asegurarlo al cien por cien) que ni en la ESO la darían por buena. Pero no se preocupe doña Yésica porque la escuela moderna es más Aristotélica, amante del movimiento incausado y del no estancamiento del alumno en aulas pasadas que Platónica y absolutista por lo que con toda probabilidad no le harían repetir. 

Pero para que no se marche sin comprender la magnitud de su aseveración, decirle que aceptar su aserto sería como afirmar que el agua (H2O) y el agua oxigenada (H2O2) son la misma cosa, que tener azufre (S8) es sinónimo de poseer algún sulfato, que amoniaco (NH3) es nitrato amónico (NH4NO3) y así podríamos seguir armonizando compuestos de dos en dos, sin más normas ni restricciones que nuestra humana percepción. Se nos brinda de esta manera, la posibilidad de concebir las Leyes de género de los elementos químicos, donde sería el observador quien estableciese la naturaleza del compuesto. Y ya puestos podríamos dividirlos o clasificarlos como: los que contienen Cl serían las proletarias lejías, si O2, nos ofrecerían las aristocráticas aguas, los contenidos sulfurados nos darían los opresores pesticidas y con los nitrogenados compuestos, los maternales abonos. Y así, casi sin despeinarnos, declarar haber conseguido un pequeño avance para la nomenclatura química pero un gran paso para la humanidad. 
A mí, sinceramente, todo esto me suena más a la típica trilera proposición del que pretende hacer pasar carbón (C), por diamante (C). Pero realmente ¿Qué sabré yo frente a tan altos próceres? 

El tercer silencio es el de las monedas del César porque toda moneda tiene dos caras y mostrando una, conocemos la otra a poco que se indague. Pero antes de hacer emerger a la luz del entendimiento lo oculto, azucemos un poco las cenizas de la controversia, de la réplica y la confrontacion. Sé que ‘el individuo fuera de la ciencia’ no tiene derecho a perturbar el buen desarrollo del conocimiento; el que suspira por el boicot y la destrucción de los pilares de la sabiduría, no puede esperar bondad, clemencia o indulgencia de la sacerdotisa que la custodia, pero aún así me arriesgaré a rebatir y refutar alguna de sus afirmaciones para animar esa discusión practicada desde tiempos inmemoriales entre los buenos entendedores del saber. 

Para empezar, nos indica usted sobre el dióxido de cloro lo siguiente: “El dióxido de cloro, también llamado CDS (Chlorine Dioxide Solution), no es otra cosa que lejía, según la definición de la RAE.” 

Sin embargo después de hacer la búsqueda ‘dióxido de cloro’ en el enlace que usted nos ofrece, el diccionario electrónico de la RAE, nos aparece lo siguiente: “Aviso: La palabra Dióxido de cloro no está en el Diccionario.” Y para la búsqueda ‘lejía’ obtenemos como única respuesta : “Solución de sales alcalinas en agua, que se utiliza en limpieza como desinfectante y blanqueador doméstico.” 

Y aunque dudar de su palabra es algo que nunca se me ocurriría, debo admitir que sinceramente, no sé como el mismo diccionario puede definir algo como blanco una vez y negro a la siguiente, imagino que será cuestión de cuanticidad. 

A continuación nos ilustra con lo siguiente: “El dióxido de cloro “pone en peligro la salud del paciente”, como recoge el informe del Observatorio de la Prescripción de la OMC”. Y si nos molestamos en entrar en dicho informe leeremos: “Sin embargo, nos encontraremos en un círculo vicioso porque antes de las pruebasclínicas e incluso de las preclínicas con animales de laboratorio, es obligado hacer las primeras pruebas sobre líneas celulares.

Y, tal como exponemos al comienzo de este mensaje, su mero mecanismo de acción redox va a impedir la superación de esta fase, por cuando la oxidación in vitro de las proteínas celulares dará cuenta de que intoxican inespecíficamente células microbianas y humanas, razón por la cual un desinfectante de ambientes y superficies no es apto como medicamento”. 

Es decir, no es que reconozcan que para ofrecer sus conclusiones no se han hecho pruebas clínicas en humanos, ni preclínicas en animales, sino que ni siquiera se han hecho sobre líneas celulares porque ya se da por descontado que analizando los potenciales redox de la molécula se va a impedir la superación de esa fase. 

Pero hete aquí que un grupo de intrigantes de bata blanca, no dejándose impresionar por tal altas recomendaciones, se les ocurrió conspirar y el 8 de marzo de 2021 publicaron sus resultados en una tal Journal of Molecular and Genetic Medicine. Y en las conclusiones de su artículo titulado: “Determinación de la eficacia del dióxido de cloro en el tratamiento de COVID 19”.

https://scholar.google.es/scholar?hl=es&as_sdt=0%2C5&as_vis=1&q=Insignares+carrione+eduardo&btnG=#d=gs_qabs&u=%23p%3DZnbLgfHNxgcJ

aseveran lo siguiente:

“En conclusión, podemos afirmar sin duda,” “que los datos en la mayoría de las variables” “obtenidas indican que el dióxido de cloro es efectivo en el tratamiento de COVID19, haciendo RT-PCR negativa en el cien por ciento de los casos a los 7 días, modificando significativa y rápidamente los síntomas de la enfermedad, reduciendo significativamente los parámetros de laboratorio a la normalidad dentro de 14 a 21 días”. 

¿Cómo? ¿Qué dicen curar el cien por cien de los pacientes con un matarratas cuyo potencial redox es capaz de deshacer el acero templado? Sólo analfabetos funcionales pueden ser capaces de hacer caso a estafadores de ese calibre. 

Pero incluso con estas apariciones estelares, los ciudadanos de bien no tienen de qué preocuparse puesto que los organismos oficiales velan por impedir que dichos sujetos logren sus objetivos, así nos informa doña Yésica: “De ahí que distintas agencias y organismos internacionales, además de los españoles, adviertan del riesgo que supone su consumo. Entre ellas, la FDA y la Agencia Panamericana de la Salud”. Pero como la mala hierba nunca muere, das una patada y te aparecen falsarios estudios hasta debajo de las piedras. De ese modo el 8 de agosto de 2021 aparece publicado en la revista “International Journal of Multidisciplinary Research and Analysis” un nuevo trabajo con el pomposo título de “Un estudio observacional retrospectivo de la eficacia del dióxido de cloro para la profilaxis de síntomas similares a Covid19 en familiares que viven con pacientes COVID19”.

https://ijmra.in/v4i8/2.php

donde entre sus conclusiones certifica:

– “Demostramos una efectividad del 90,4% para prevenir el brote de síntomas similares a covid19 en las condiciones dadas”.
¿Demostramos, pero cómo osan tener tal audacia? ¿Quién puede demostrar algo en ciencia sin el beneplácito de los sacrosantos inquisidores? 
– “El análisis de sangre no reveló ninguna alteración sistémica tras el consumo de CDS” 
Esta gente debe haber analizado la sangre por el método del testeo en el paladar porque otra explicación no hay para tamaña barbaridad. 
– “Nuestros resultados sugieren que el uso correcto de ClO2 como solución es seguro para el consumo humano en una concentración y dosificación adecuadas”. 

¿Cómo, seguro para el consumo humano? ¿No sabe esta gente que para entrar como bedel en la FDA hay que aportar un currículum con al menos tres carreras, dos máster y cuatro idiomas, que sólo se puede ascender en el escalafón del organismo si alguna de ellas ha sido cursada en Oxford, Cambridge, Harvard y similares y que para ser directivo hay que presentar como credencial algún Nobel o galardón similar? ¿Quiénes son estos cantamañanas para contradecir a la verdad en estado puro? O los extirpamos por las malas o esto no se solucionará nunca. 

Menos mal que siempre nos quedará doña Yésica para poner los puntos sobre las ies:”Qué es el dióxido de cloro. Se trata de clorito de sodio, que -en solución acuosa y cuando se administra en las condiciones indicadas- se transforma en ácido cloroso, que a su vez se degrada y resulta dióxido de cloro. Todas estas, sustancias con una fuerte acción oxidante fuerte, utilizadas en la industria fundamentalmente como blanqueante o desinfectante”. 

Mi problema es que tengo dificultades con la comprensión lectora y no acabo de comprender exactamente el significado de ese ‘fundamentalmente’ porque hasta donde yo llego a vislumbrar, que no es mucho más de lo que podría un murciélago tuerto, el dióxido de cloro se utiliza además en productos para la piel, cremas y enjuagues bucales, uso veterinario, potabilización del agua y para la purificación de la sangre para transfusiones. Imagino que el fallo estará en la sincronizacion de unidades. 

Y para terminar con el asunto de las objeciones, no sea que doña Yésica se me moleste, lo siguiente: “Pero, si en algún momento tienen la tentación de probarlo, recuerden: es tóxico, ilegal (artículo 9.1 de la Ley 29/2006, de 26 de julio) y puede causarles graves problemas de salud, como advierte la Agencia Española del Medicamento. De hecho, lo lleva haciendo desde 2010, cuando decidió prohibirlo y retirarlo del mercado”.

Lo curioso de todo esto es que mientras en España se retira el medicamento (¡Ah! ¿Pero es un medicamento, no se suponía que era un desinfectante? ¿Qué estuvo permitido, pero no habíamos quedado que su toxicidad era comparable a la del veneno de la bamba negra?) el parlamento europeo lo tiene aprobado como medicamento huérfano para el tratamiento de la esclerosis lateral amiotrófica.

https://drive.google.com/file/d/1YPPrgq4h7ehGJ219-j8Oq3mOSl73sIuK/view?usp=drivesdk

Por favor, doña Yésica, ayúdenos. Es usted nuestra última esperanza para salir de este embrollo. Está bien, no nos pongamos nerviosos, seguro que todo esto tiene su explicación. Olvidemos todo lo anterior que no son más que argumentos circunstanciales y procedamos, si es posible, a descubrir la cara oculta de esa moneda que nos han lanzado con el fin de ver si realmente somos capaces de llegar a alguna conclusión que nos permita reincorporarnos al mundo oficial sin provocar escándalo. 

Ya hemos visto en los puntos anteriores como todos los organismos oficiales sanitarios habidos y por haber de Alemania, EEUU, España… prohíben el uso para consumo humano del dióxido de cloro y como prueba de su toxicidad, nuestra querida doña Yésica, nos aporta el mayor escándalo sanitario habido en Argentina desde que se independizó de la madre Patria. Pero dejemos que sea la propia Yésica quien nos lo cuente:

“La historia es tremebunda, pero aún no hemos llegado a lo peor. Ya hemos apuntado que lo que está en juego es la salud, e incluso la vida. Un niño de 5 años murió en Argentina el año pasado después de que sus padres, seguidores de las teorías de Kalcker hasta ese momento, le administraron dióxido de cloro, con fatales consecuencias”. 

El caso es que si pinchamos en el enlace que nos lleva a la noticia leemos: “Finalmente, a la 1:15 se declaró su fallecimiento y se realizó una denuncia policial por muerte dudosa”. Es decir, que no se sabe de qué murió el niño, se está estudiando y por lo visto todavía no se tienen los resultados de dicha investigación pero esa prueba del nueve que nos aporta es suficientemente concluyente para demonizar con razón el maldito dióxido de cloro. 

Lo que usted no ha llegado a captar, doña Yésica, es que son sus propios argumentos los que absuelven al dióxido de cloro cuando reconoce que a lo largo y ancho del mundo miles de fanáticos bebelejías lo consumen diariamente y que en países como Bolivia es legal y se dispensa en las farmacias ¿y el único caso de toxicidad que ha encontrado es un niño que no se sabe todavía de que ha muerto? Un poco de por favor, doña Yésica, porque si usted tuviese conocimiento de algún caso confirmado de defunción debido al dióxido de cloro ya se estaría emitiendo por las señales que se envían al espacio para contactar con los extraterrestres con el fin de informarles de tamaño peligro y que no tengan la curiosidad de probarlo. Por otro lado ¿no es curioso que en los lugares donde se toman los brebajes asesinos, como en Bolivia, la proporción de muertes sea menor que donde no se toman? Aunque ese ya es otro cantar. 

Pero todo lo visto hasta aquí no es más que la consecuencia típica del desconocimiento, el singular valor del ignorante que llena los cementerios. El cuarto silencio ya es un poco más triste, porque es el vacío que provoca la ausencia de moral y su reverso; el cinismo en plenitud. Eso de que los extremos se tocan se manifiesta y evidencia en sus irrefrenables impulsos. Será que trabajar en el medio que más presume de liberal (dime de que presumes, ¿y qué te dirán?) imprime carácter. Lo digo, porque no para de intentarnos convencer, en un escrito sí y otro también, de que parece que la liberalidad consiste básicamente en sospechar de todo aquel que trafica con mercaderías con la intención de conseguir provecho, ganancia o dividendos. ¿El objetivo último de los fabricantes de lejías (¡qué habrán hecho esos pobres fabricantes para merecer ser metidos en dicho saco!) es obtener un ilícito lucro millonario a costa de la salud de los ciudadanos?

¡No me lo puedo creer! Sus palabras suenan tan vacías que los ecos de la reverberación de las ondas cerebrales que produce su lectura, no son capaces de penetrar el axón más débil de la neurona más solitaria. 
Y yo me pregunto ¿no podrían encontrarse esos truculentos fanáticos del vil metal entre los elaboradores de mascarillas? ¿O entre los creadores y manufacturadores de esos maravillosos kits Pcr? ¿Podrían ser los aprovechados, esos médicos y enfermeras que cobran por fichar ciudadanos e inocular no se sabe qué? 

Lo que sí podemos descartar es que se encuentren entre las filantrópicas farmacéuticas. Empresas que han realizado un sacrificio tan colosal, monumental, gigantesco por la humanidad, que toda ganancia que pudieran obtener no sería nunca suficientemente grande como para compensar tanto bien causado. 

Entonces sólo nos queda buscar entre los nuevos multimillonarios que han aparecido durante esta tan agradecida pandemia para algunos benefactores. Por favor, doña Yésica, ilumínenos con el nombre de alguno de esos malvados frabicalejías que han construido su multimillonaria cuenta utilizando el engaño y valiéndose del sufrimiento y la desesperación social. Porque de no ser así se va a generar un gran vacío en nuestro interior, al quedar nuestra ira huérfana de malvados sobre quién descargar nuestras frustraciones, y eso sólo puede aumentar nuestra desesperación y nuestro frenesí al desaparecer de golpe el suelo firme sobre el que creíamos sostenernos. 

Pero en todo caso en un punto debo darle toda la razón, y es en la inoperancia e incompetencia demostrada fehacientemente por esos fabricalejías al intentar hacerse ricos vendiendo un producto que no se puede monopolizar al estar libre de patentes ¿Se podrá ser más inepto? 
Y como quinto silencio, el del sinsentido social. Porque resulta, cuanto menos, curioso a primera vista (sobre todo para esa fauna que lo observa todo desde las profundidades) por no decir un poco contradictorio, la actitud y el comportamiento de los “poseedores de la verdad absoluta”, que al tiempo que consideran inaceptable una muerte producida por Covid-19, les parece de justicia aislar a los no colaboracionistas, impidiendo si fuese menester, la posibilidad de acceder, no ya a sus puestos de trabajo, sino incluso a los supermercados para abastecerse de los productos más básicos para su supervivencia. Como si morir de hambre fuese menos injusto que hacerlo de Covid-19. Y parece que así debe ser cuando en el mundo muere más gente de hambre que de Covid-19 y no se ha conocido nunca una verdadera actuación para derrotar a esa sí, verdadera pandemia. Pero probablemente, todas estas incoherencias, paradojas o disparates que manifiestan esos seres abisales debe ser más, confusión sensorial producto de esa difracción óptica que produce la luz al cambiar su medio de propagación, que realidad del mundo superficial. 

Y llegado a este punto me veo en la obligación de compartirle una confidencia que no por sabida parece la gente comprender en toda su inmensidad, porque siento participarle la desagradable noticia de que usted, doña Yésica va a morir, no se sabe cuándo, ni de qué, pero va a morir. Aunque no estará sola, porque yo también moriré, al igual que nos acompañarán tanto las personas que lean este artículo como las que no. Incluso el señor Bezos, aun alcanzando el elixir de la eterna juventud, va a morir aunque sea en el momento de la extinción del Universo. Y aún siendo esto importante no es lo sustancial, ya que lo primordial no es cuando se muere o como se muere, sino como se vive. Julio César, antes de sus grandes logros, se lamentaba que Alejandro Magno con treinta y tres años había conquistado el mundo mientras él, con mucha más edad, no pasaba de ser un humilde mortal. Porque más vale vivir poco y libre y dueño de tus actos, que una eternidad esclavo de tus miedos y sometido a todo lo que te rodea. Eso no es vida sino simple tránsito, para ello más valdría nacer animal. Pero este misterio, está vedado a todos aquellos que no son capaces de abrir su corazón de par en par para dejarse llevar por el Espíritu de Verdad porque “por la boca de los niños y de los que maman has dado argumentos contra tus adversarios”. Se lo digo con toda la paz posible, sin el menor atisbo de rencor, resentimiento o vanagloria y deseándole, doña Yésica, que ojalá sea usted capaz de abrir su corazón para conseguir escuchar estos tristes cantos de amor. Un abrazo de paz y bien. Atentamente su seguro servidor. 

Notas:
(1) – Antonio Escohotado 

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