• La opinión de Virginia Berra-Arsuaga, psicóloga
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Gustave Le Bon decía que las masas nunca han tenido sed de verdad. Abrazan fácilmente lo falso si ello les gusta. Adoran a quiénes les regalan ilusiones. Pero convierten en enemigos a quienes se las quitan. 

No sólo las personas enferman psicológicamente, también las sociedades lo hacen, siendo la psicosis de masas una de las enfermedades sociales más peligrosas.

Durante una psicosis de masas, la locura, el delirio… se normaliza. Y surgen multitud de creencias erróneas y delirantes que se propagan rápidamente, convirtiéndose en generadoras de una falsa realidad.

Veamos algunas que nos señala la Dra. Karina Acevedo.

I)               La creencia de que SARS COV-2 es un virus altamente letal.

II)             La creencia de que la vacunación es lo único que acabará con la pandemia.

III)            La creencia de que ‘seguir la ciencia’ quiere decir no cuestionarla.

IV)           La creencia de que alguien libre de vacunas COVID es peligroso.

Esas creencias equivocadas dan forma a una sociedad trastocada, una sociedad donde las mentiras de antaño, son las verdades del presente y viceversa. Y por las que nacen dos grupos de ciudadanos: un grupo mayoritario que colabora pasiva o activamente con la nueva realidad. Y otro minoritario que observa con estupor y sufre con impotencia toda esa subversión.

Las psicosis de masas pueden tomar diferentes formas, siempre ajustándose al contexto cultural e histórico de la sociedad infectada. Y, según Arthur Versluis, es el fenómeno del totalitarismo el que parece tener más boletos en los tiempos actuales. 

Se trata de un poder estatal centralizado, con pérdida de derechos individuales. Un estado donde existen dos niveles jerárquicos: los que ostentan el poder y las masas cosificadas. Los gobernantes y los gobernados. La casta y los descastados. 

En una sociedad totalitaria, ambos grupos sufren una transformación psico-patológica. Los gobernantes son elevados a un estatus casi divino. Y las masas se transforman en sujetos dependientes e infantiles.

Se construye una Realidad con una nueva escala de valores. Y poco importa que esta realidad contradiga o se contraponga a verdades milenarias, a hechos verificables, al sentido común más elemental. Lo de siempre ya no vale. Una fuerza intangible empuja a la sociedad a abrazar los nuevos valores.

Todo se construye y sostiene bajo un estado delirante, una especie de hechizo popular.

Y los ciudadanos ‘hechizados’ se convierten en súbditos sumisos y obedientes, que entregan el control de sus vidas a los gobernantes. Y éstos últimos, hechizados a su vez, creen poseer sabiduría y capacidad sobradas para diseñar y controlar todos los aspectos de la sociedad. 

Pero ¿cómo se desencadena la psicosis del totalitarismo? ¿quién comienza? ¿qué armas se usan? … 

 …/… (continuará)