Vamos a ser breves, ya que no necesitamos mucho. Hace exactamente medio año, es decir, seis meses, Mireia, de 24 años, decidió entrar en el Hospital de Basurto y raptar a Aimar, un bebé que había nacido en el mencionado centro hospitalario dos días antes. El resto es historia, ya que estamos seguros que la conocéis todos vosotros, nuestros queridos lectores. Aimar está bien y a Mireia, en contra de toda lógica y razón, la justicia la dejó en libertad.

Tras la enorme polémica generada por las terribles fallas de seguridad en la planta de maternidad del hospital bilbaino, Osakidetza (el Servicio Vasco de Salud) prometió que iba a implantar un nuevo protocolo con numerosas medidas (alarmas, cartelería, más seguridad, facilidades para la presencia de progenitores…) para asegurarse de que no volvieran a ocurrir raptos de ese tipo.

Hoy, seis meses después, todavía no han implantado el supuesto nuevo protocolo que tenían entre manos para ofrecer la seguridad que los progenitores merecen. No han hecho nada. Ni siquiera cuando queda poco más de un mes para las elecciones municipales y forales se dignan a hacer algo, aunque solo sea de boquilla. Van tan ‘sobraos’ (electoralmente hablando) que no les hace falta.