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OPINION

Yo también soy Nadiya Popel – Lars Quetglas

Vía SCABELUM

Yo también soy Nadiya Popel. Por Lars Quetglas.

Hace tiempo que debí haber escrito esto, pero quizá ésta sea la ocasión adecuada, pues de haberlo hecho con anterioridad simplemente hubiera sido como aplaudir a los bomberos en un incendio en lugar de llenar cubos de agua; hubiera sido un elogio vacuo para la valiente labor de Nadiya, que requería de apoyo en cualquier sentido, de manos efectivas. Mi modesta labor como la de tantos ha sido comunicadora y difusora.

Pero ahora toca proteger no ya el infatigable trabajo de Nadia, sino el honor mismo de su alma.

La suplantación de la identidad en Telegram, lamentablemente es moneda de uso muy común que padecen aquellos perfiles que se destacan por su labor humanitaria y altruista. Esa actividad deleznable se halla amparada no solo por la ausencia de protocolos técnicos del propio Telegram que impidan ese delito, sino probablemente también por un limbo de alegalidad jurídica, todo lo cual deja desamparados a las victimas de ello.

Quien suplanta una identidad para denostar y condenar a un inocente no merece más calificativo que el de demonio.

¿Y como actúa el demonio? Fácil: Tira la piedra y esconde la mano. La piedra es la denuncia a Nadia. La mano oculta es la operación de suplantación de la identidad de Nadia. Es, en ambos casos, la misma entidad la que actúa.

No es Nadia quien debe defenderse de la acusación sino quienes la acusan, quienes deberían demostrar que no han participado de esa suplantación. Igual que un bombero no necesita demostrar que ha pedido dinero a las victimas de un edificio en llamas mientras realiza su abnegado trabajo de apagar el fuego y evacuar a los damnificados. Son quienes le acusan los que deberían demostrar que no se han hecho pasar por ese bombero disfrazándose de tal.

Los pirómanos son los diablos que trabajan para el mismo demonio. Vade retro Satan. Y estamos ante un desesperado sobreesfuerzo de las fuerzas oscuras (ocultas) de este mundo por tratar de seguir prevaleciendo en un mundo que se les derrumba. Si, son ellos los que están ahogándose, no nosotros. Y esto no es algo que ellos necesiten saber, sino nosotros. Por eso se defienden de la amenaza que supone la presencia de Nadia. Sus postulados colapsan como los castillos de arena ante un vendaval. Y ese vendaval somos todos los valientes que nos atrevemos a decir: YO TAMBIÉN SOY NADIA POPEL. Lo que le hagáis a ella me lo hacéis a mi. Y frente a cualquier ataque a su integridad actuaré como el martillo de la justicia de Dios; pero no el dios menor de la muerte que incita a los cobardes a suplantar perfiles, sino la Fuente de la Única Fuerza que creó toda vida y la anima.

Se aproxima un mundo glorioso de esplendor nunca antes presenciado en el planeta. Un mundo donde probablemente no necesites poseer nada porque todo estará a tu alcance. El caos es lo que ha sucedido durante décadas, siglos de tiranía, no el futuro que nos aguarda. Ahora presenciamos el final de esa tiranía. Puede que te resistas a creer esto. No importa. Pronto comprenderás que estamos llegando a Ítaca. De hecho nunca salimos de ella. Todo fue una odisea mental, una muy persuasiva sin duda como creíbles son los juegos interactivos de suplantación de personalidades (de rol) de realidad VIRTUAL en los que se enfrascan quienes tratando de escapar de esta sórdida ESCENOGRAFA huyen de Guatemala sin saber que compraron un billete a Guatepeor.

Yo TAMBIÉN soy Nadia Popel.

Lars Quetglas

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