YELLOWSTONE ME PONE – Fernando López-Mirones
Escrito por el biólogo Fernando López-Mirones
YELLOWSTONE ME PONE
Escrito en el Parque Nacional de Yellowstone (Montana, Wyoming), en octubre de 2000:
Lo busqué, pero me dijeron que Yogui había muerto por sobredosis de emparedados. Quise encontrar entonces a su fiel Bubu, que ahora cuenta con 54 años a sus espaldas. Me filtraron que estuvo en la cárcel, que se dio a la bebida tras la muerte de Yogui. Lo cierto es que Yogui no pudo superar el que Bubu se fugara con Snoopy, un episodio escabroso que fue muy comentado en la zona. El famoso guardabosques vivía también; fue despedido y ahora fabrica figuritas con moco de pavo para los turistas. Ello me suena, y al pavo también.
Toda la historia nos la relató una venerable anciana llamada Calamity Dirty-nickers, que fue Miss Grand Teton en el 64. Se dice de ella que provocó la caída y posterior muerte de Custer en Little Bighorn. Al parecer el afamado general prefirió ser apiolado por seis mil Shoshones antes de volver a casa con Calamity después de que ésta se enterara de lo suyo con el Gran Jefe Aceite Derramado.
Pero lo mejor es la auténtica historia de “Daniel Boone”. El mítico trampero de los flecos y el sombrero de mapache era muy aficionado a devorar cantidades ingentes de alubias con castor. Con el tiempo acabó con los grandes roedores de la zona, y se pasó a las alubias al wapití. Una tras otra, fue acabando con todas las especies del entorno. Todo el mundo recuerda los grandes cuencos de alubias con bisonte, alubias coyote y grizzlyburguesas con beans que consumió con fruición durante años.
El vientre de Daniel era cada vez mas voluminoso, porque aquel buen hombre era incapaz de dar salida a cuantos gases produjeron tal cantidad de alubias. De ahí su fama en las Montañas Rocosas, nadie se atrevía a disparar un arma en su presencia, por temor a desatar tamaña furia intestinal. Su amigo indio Twa, que significa “Aquel-que-algún-dia-fundará-una-compañía-aérea”, le aconsejó que visitara al chamán de su tribu, los Huyhuyhuy, llamado Quepaqué. Daniel, ilusionado más que asustado, fue en busca del viejo hechicero sin sospechar que ello le haría pasar a la Historia.
Quepaqué tenía más años que el río donde se bañaban sus 37 jovencísimas esposas. Su posición de privilegio se debía a que en una ocasión entró en la cueva de un oso y se quedó dormido junto al inquilino. Cuando ambos asomaron al exterior tras la hibernación cuatro meses después, todos pensaban ya que aquel hombre era extraordinario, y que sin duda estaba dotado de poderes sin parangón. Efectivamente, ni parangón ni poderes, pero el caso es que había conseguido vivir del cuento todos estos años, hasta que se le presentó el extraño caso de Daniel.
Ni corto ni perezoso (aunque el pobre era ambas cosas), Quepaqué escuchó atónito los síntomas de Daniel mientras ambos daban cuenta de una gran cantidad de alubias con perdigones (léase pollos de perdiz). Tras los postres, consistentes en baba montada de alce al arándano de Billings sobre fino hojaldre agrio levemente caramelizado, el brujo procedió a actuar.
La idea era buena: Daniel tomaría una red de pescar de los pieles rojas, y la haría girar sobre su cabeza treinta y tres veces mas una en la noche del último cuarto menguante de la luna de septiembre de aquel mismo año.
Dicho y hecho; aquella noche, una enorme explosión sacudió Wyoming (y parte de Utah). Nadie volvió a ver a Daniel. Se dice que antes de manipular el arte requerido encendió un fuego para calentarse; se rumorea bajo los tipis que la red se prendió al girar.
Desde entonces el 29 de septiembre es sagrado para los Huyhuyhuy; lo llaman “El Día que Daniel hizo ¡Bóum!”. En conmemoración de la muerte de aquel hijo de Utah, el hechicero exhibe hoy lo que se dice es el trozo más grande de Daniel que se encontró, celosamente venerado en el interior de la concha de una almeja del Río Snake.
Esta es una de las historias que me contaron los Harapajodes bajo el frío cielo de Montana, mascando pemmicán sólo digerible tras grandes sorbos de licores destilados a partir de las artemisas que crecen junto al Gran Lago.
Embargados por la tristeza (y por el Banco Santander), decidimos retornar al suelo patrio, no sin antes rendir un sentido homenaje a los mártires de la alubia, “BeanHeroes” que dirían allí; esos hombres abnegados de vientres de acero cuya mirada siempre se dirigía, como su destino, a lo más alto. Nunca estaremos suficientemente agradecidos a esos pioneros.
Al llegar a Madrid recibimos un fax de uno de los descendientes del famoso hechicero Quepaqué, contándonos que ahora rige los destinos de una fábrica que comercializa un famoso remedio contra los gases intestinales. Zachary Quepaqué es Director General de “Aero-red”, nombre alusivo al descubrimiento de su abuelo. Un aullido. Fernando López-Mirones
(Estas cosas escribía yo hace 23 años recorriendo Montana en busca de lobos)
Increįble ! ..cómo se lo pasa el Sr.López Mirones, con la que está cayendo a la especie Humana..y, èl, hablando de Osos y Lobos !!… A lo mejor es una vía de escape…