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OPINION

Un viaje de ida sin vuelta

Escrito por Enrique Santo

Un viaje de ida sin vuelta

Últimamente observo que entre las muchas curiosidades que nos azotan diariamente, existen esas nuevas normalidades que apareciendo de la nada van cambiando repentinamente el significado de sus continentes, modificando (ya interesadamente ya por simple movimiento) las estructuras de nuestro pensamiento. Así, lo que en un momento considerábamos bueno, aceptado y deseable pasa a ser malo, intolerante y aborrecible.

Y a este grupo de fenómenos paranormales pertenece por naturaleza propia esa afluencia desmesurada a nuestros terruños, de ciudadanos de ese continente situado al sur de nuestras latitudes.

Lo que hace dos o tres décadas parecía lógico y normal, el control del flujo de personas y mercancías de un país a otro, ahora (en el caso de las personas) se torna inhumano y racista. Y a estas alturas no es necesario explicar, que cualquier individuo que ose contradecir tales presupuestos maximalistas, por tanto insuperables, se convierte inmediatamente en paria social y exabrupto intelectual, sin opción de defensa ni justificación. Es la nueva justicia sumaria (otro fenómeno paranormal de nuestros días) de nuestra sociedad. Pero dejemos atrás estas lastimeras proposiciones e intentemos encontrar el por qué de dichos despropósitos, ¡Perdón, sentimientos humanitarios! ¡En qué estaría pensando!

Nos dicen machaconamente desde el hemiciclo propagandístico (tercer fenómeno paranormal de nuestros tiempos, donde en un relativo universo sólo existen verdades absolutas oficiales, propagadas a los cuatro vientos por todos los canales ya políticos, sociales o mediáticos y llevo tres fenómenos paranormales en tres párrafos, no sé en qué número acabaré) que es por humanidad, para evitar la muerte en el Mediterráneo, como cierto Santo Padre nos recordó recientemente “hay un grito de dolor que está convirtiendo el Mare Nostrum en Mare Mortuum.”

Pero ¿Cómo de cierta es dicha afirmación? En primer lugar observamos como la población tipo que se traslada en los ferris locales está compuesta por varones de edad entre juvenil y militar y complexión fuerte y atlética contrastando a todas luces con el arrebolado tipo del indigenismo local. Y eso me trae a la mente el recuerdo de esas invasiones bárbaras que a lo largo de la historia han acabado destruyendo otrora superiores civilizaciones, que en la hora de su declive y ocaso terminaron rendidos a su propia decadencia, ya política, social, humana y cultural y siendo su burguesa y adormecida sociedad presa fácil de las flamantes y renovadas hordas venidas allende las estepas o mares que tanto da. Y con esto no quiero ser aguafiestas ni preocupar a nadie ¡Por Dios, nada más lejos de mi intención! Pero sí me asalta la duda de cómo se puede llamar altruista y solidaria a tan desordenada emigración, porque veamos: ¿No tenemos todos los humanos la misma naturaleza, las mismas necesidades? Si llevamos tiempo sin comer ¿No nos entra el hambre a todos por igual? Si bajan las temperaturas ¿No buscamos refugio como los demás? Si llevamos tiempo sin acercarnos a mujer ¿No desearemos la del vecino para desaguar?… Y si todas esas necesidades junto a otras muchas se propagan cual plaga egipcia sin control y no tienen su debida satisfacción ¿Qué cantidad de frutos seremos, los nativos, capaces de recolectar? ¿Qué tipo de vida, a los peregrinos, estamos invitando a consumar?

¿Cómo puede ser humanitario separar la tierra de su savia fresca, arrancar los brotes de su tronco original? ¿Cómo sobrevivirán las tierras vacías de su masculina juventud? ¿Qué futuro le espera a esa África sin la parte más dinámica de su sociedad, a esa África necesitada de toda su gente que ha partido al idílico paraíso occidental para en el mejor de los casos malvivir en trabajos mal pagados, sin derechos, ni solución? ¿Dónde está la humanidad en incitar a una juventud desesperada a rehacer sus vidas alejada de sus raíces, su cultura, sus seres queridos, sus tradiciones…?

Entonces ¿Qué sería humanidad? ¿Cómo debería ser la solución? En primer lugar, aplicar la lógica y el sentido común. Si el motivo de permitir la entrada incontrolada de emigrantes es por solidaridad con su sufrimiento, lo que se debería perseguir es eliminar las causas que originan tales sufrimientos, los peligros que puedan conducirlos a la muerte, siendo los más evidentes; el viaje desde su tierra natal hasta la zona de embarque, la estancia en dicha tierra y el cruce del mar océano. Pero cualquier persona con dos dedos de frente que haya viajado una sola vez al extranjero, sabe que todos esos males acabarían inmediatamente si se les permitiera a tales sujetos hacer el viaje desde su origen en avión, tan fácil como eso y como parece que no están obligados al control aduanero podrían entrar sin el menor contratiempo.

De ese modo sus vidas no correrían peligro, pero además se conocería el número exacto de los que entran, sus nombres, edades, lugares de procedencia y no vendrían con las manos vacías puesto que podrían traer un mínimo de equipaje que les permitiría tener algo que les perteneciera nada más llegar. Y aún podríamos aumentar el rango de nuestra generosidad permitiendo a todo el que lo desease, viajar con mujer e hijos, así muchas de sus necesidades, miedos y anhelos quedarían cubiertos o por lo menos soportados con el apoyo de sus seres queridos.

Se acabaría además con el tráfico de seres humanos y con negocios mafiosos varios. Se crearían nuevos empleos en el sector del transporte y se normalizarían los flujos migratorios de modo que todo aquel que desencantado de su situación desease regresar podría hacerlo con seguridad y sosiego porque otro detalle del que no se habla es que una vez se entra en la anhelada tierra prometida no hay vuelta atras, el inmigrante queda preso en tierra hostil y lejana sin posibilidad de retorno porque las pateras no vuelven por nadie.

Como se ve, sólo se necesita un poco de interés y voluntad, pero desengañémonos porque si eso se realizase ya no se necesitarían héroes salvadores, políticos vendedores de idealismo que anteponen la vida a sus propios intereses y desaparecería ese relato que tranquiliza conciencias, porque al final parece que quienes necesitan ser salvados son los europeos de si mismos. Pero es difícil ver lo trivial cuando se tiene el sentido común sodomizado las veinticuatro horas del día y la mente gobernada por la propaganda.

En segundo lugar y el quid de la cuestión, para colocar a la humanidad como fundamento de nuestras acciones, deberíamos reconocer la dignidad de todos los hombres independientemente de su lugar de origen, lo que implica tratar al continente africano con el respeto que se merece y no como una despensa y almacén de nuestras necesidades. Implica crear verdaderos acuerdos comerciales que permitan el intercambio de productos manufacturados en ambos sentidos. Humanidad no es llenarnos la boca de palabras grandilocuentes pero vacías como libertad, democracia o libre comercio mientras los sometemos a vasallaje por medio de nuestros acuerdos y tratados. Humanidad es favorecer la implantación de multinacionales que creen valor, estimulen la economía local y el comercio y generen impuestos capaces de fortalecer los estados y fomentar los servicios públicos, en definitiva dejarles crecer con los mismos parámetros que queremos para nosotros.

Porque humanidad no es esquilmar el uranio de Níger para abastecer el 35% de las 56 centrales nucleares francesas mientras sólo el 18% de su población tiene luz eléctrica. Como tampoco es humanidad facturar con dicho uranio la friolera de 3500 millones de dólares de los cuales el país productor sólo obtiene 450 millones repartiendo el resto entre francesas empresas.

Humanidad es Tratar a esos estados como sociedades adultas capaces de solucionar sus propios problemas y no como menores necesitados de tutela. Humanidad es permitirles tomar sus propias decisiones sin controles externos ni peajes indeseados. Humanidad es reconocer sus independencias como algo inherente a sus naturalezas y no como algo prestado y deudora de historias pasadas.

Humanidad no es crear una moneda, el franco africano, respaldada por bancos europeos con el 50% de las reservas de los países asociados y de donde sólo pueden disponer libremente del 20% de las mismas. Y así podríamos seguir con cada centímetro cuadrado de riqueza africana porque se abraza la libertad impuesta por occidente, se disfruta la igualdad de la pobreza intergeneracional y se acepta la fraternidad etérea de los pueblos universales o se muere como lleva muriendo África desde tiempos inmemoriales. Y cada vez que han intentado levantarse, aparece un nuevo movimiento asesino o desaparece el último líder o se invade un nuevo país. Así década tras década y de repente sin saber ni cómo ni por qué nos escandalizamos de que esa gente desagradecida aparezca ahora con renovado orgullo expulsando a nuestros enviados y enarbolando pendones de países lejanos.

Pues sí, señores: llevamos siglos expoliando África y tratando a sus habitantes como fauna local y como lo nuestro nunca fue humanidad, ni altruismo, ni solidaridad sino mas bien egoísmo, avaricia y mezquindad, nunca tenemos suficiente, por eso, además de sus recursos naturales, ahora también deseamos, dentro de un maquiavélico plan infernal, poseer la savia de su juventud para no se sabe bien que diabólicos fines, con los resultados ya vislumbrados tanto aquí, como allí y en el camino que realizan.

Pero desengáñese querido lector, esto ya no es posible pararlo porque nosotros también nos hemos convertido en esclavos de una perversa gerontocracia que anhela las fuentes de la juventud y para conseguirlas ha aceptado el plan del diablo en el que no entra ni nunca entró salvar la humanidad. Siento traerle malas noticias pero nunca dijo nadie que la verdad fuese agradable y lo peor de todo es que los verdaderos culpables somos nosotros porque el mal siempre vence en ausencia del bien, la belleza y la bondad y ahora pregúntese ¿A qué se dedica usted mientras todo esto sucede?

Un saludo para todos desde mi cómodo sillón.

Atentamente,

Enrique Santo

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Theos
Theos
6 meses

El análisis puede tener mucho de verdad, pero la conclusión representa un salto cualitativo en el vacío, sin justificación alguna.

¿Cómo puedes acabar diciendo ” …y lo peor de todo es que los verdaderos culpables somos nosotros…?

Finalmente, tú mismo “compartes” de alguna forma ese sentimiento de culpa para imagino no dejar solos a los demás, culpables de estar tan cómodos como tú, sentados en el sillón de sus casas.

Pues lo siento, pero esa parte no la puedo compartir en absoluto. Se llama transferencia de culpa y ni a mí ni a nadie es justo que se nos acuse de estar cómodos en el sillón y no emprender una cruzada como Don Quijote para salvar al mundo de los sinvergüenzas del planeta que roban recursos de otros países, conculcando leyes y corrompiendo políticos y demás ralea de jueces y organismos corruptos. Cada palo que aguante su vela…

¿Para qué fueron creados el Banco Mundial y el FMI, entre otras cosas, en los acuerdos de Breton Woods en 1944, después de la II Guerra mundial? Pues, además de para establecer el dolar como moneda de reserva mundial, igual que el oro, y entre otras cosas, para ayudar a los países que lo necesitaran a desarrollarse mediante préstamos justos. Y ¿qué culpa tenemos los demás y yo mismo de que la ONU se dedique a ser la

institución más corrupta del mundo en lugar de atender a lo que sabe que es su deber?

¿Con qué razón y por qué motivo terminas echándonos la culpa a los demás de lo que otros hacen o no hacen?

¿Es que deberíamos empuñar las armas y salir a atacar a los corruptos de cada país?

¿Acaso pretendes que empezemos una revolución contra las élites que organizan todo este desbarajuste?

Pues yo te recuerdo que “las élites unidas dificilmente serán vencidas” y en esas estamos…lo de “el pueblo unido…”, ya quedó obsoleto y para el recuerdo.

La esperanza real es que al final las élites estén tan desunidas como el pueblo lo estuvo, porque el individuo, su soberbia y sus vicios está por encima de los grupos y puede que alguien mal pagado reviente algún día todo el tinglado…ojalá!

Arturo
Arturo
6 meses

Yo soy mas conciso expresándome.
No hace falta esa verborrea de frases y párrafos abundando sobre las mismas ideas.
Hay que saber resumir para no cansar al lector.
No es mejor articulo por ser muy largo.
El resumen final está mal escrito y es confuso

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