Escrito por José Miguel Ruiz Valls

FEIJÓO FOR PRESIDENT

Yo te entiendo, Alberto. Se ríen de ti porque no tienes, ni idea, de la obra de Orwell. ¿Y no es desternillante que sean los mismos que te acusaban de orwelliano? ¿Cuántos se tragaron “Gran Hermano” sin saber en dónde se inspiraron los programadores?

Pero yo sé que sabes ver el lado bueno: A partir de ahora, tu imagen se asociará a aquellos orejones de burro que tenían, en las escuelas, para quienes no cantaran bien la lección. Serás un hombre-burro que provocará risas entre el público y no un terrorista-violador de derechos humanos, capaz de arrogarse el poder de meternos bazofias en el cuerpo. ¿No es un terrorista aquél que utiliza el terror para lograr su fines? Tú utilizaste el terror para “promocionar” una pócima de la que no sabías nada. No tenías ni idea de lo que estabas ayudando a vender pero ¿quién conoce hoy el producto que vende? ¿Quién no podría entenderte como te entiendo yo? Solo sabías que tenía premio, que había alguien dispuesto a premiar a los gobernantes que idearan las medidas más disparatadas ¡Y a ti se te ocurrió la vacunación obligatoria! Ganaste el premio al reyezuelo taifa más orweliano, sin conocer a Orwell… ¡Tiene mérito!

“Feijóo orejas de burro” siempre es mejor mote que “Feijoo Nazi”, sobre todo si sueñas con presidir el gobierno de España. Pedir votos para un déspota no es tan buena estrategia electoral como pedirlos para un payaso. Al fin y al cabo ¿No está “el mundo libre” gobernado por un hombre senil, que nos regala sonrisas, casi a diario? ¡Ya verás, qué divertido, si tropieza y cae sobre ese botón rojo que da inicio al castillo de fuegos artificiales!

Tu y yo sabemos que servir al Nuevo Orden, a la Agenda 20/30, es cavar nuestra propia tumba pero ¿qué podemos hacer salvo, tratar de pasarlo, lo mejor posible, mientras cavamos? Yo sé que no eres malo, que preferías aquella época en la que la pasta la hacíais a base de pelotazos urbanísticos, pero es cierto que aquel pastel se acabó, y hay que saber estar, a las duras y a las maduras.

Yo entiendo que, para un empresario, lo más importante debe ser, pagar el sueldo a sus empleados y que, de igual manera, para un gobernante, lo más importante debe ser mantener a sus funcionarios, y para eso hace falta que alguien suministre la pasta, sea promotor de pisos o de medicinas. ¿Qué has hecho sino ocuparte del bienestar de tus funcionarios? Mientras tú estés, estarán ellos y mientras estén ellos, tú estarás. Amor con amor se paga.

Yo sé que, estar enganchado, te convierte en esclavo del camello y puedo entender que, si participaste en el engaño fue, tan solo, porque tenías miedo a quedarte sin suministro, para ti y para tus funcionarios, pero eso tiene atenuante: Al fin y al cabo, el engaño más gordo lo perpetraron los “padres de la Constitución” al diseñar un sistema administrativo en el que no se puede despedir a los administrativos vagos, a los inútiles, a los maleantes; pero si hago un pequeño esfuerzo, también los puedo entender pues siendo funcionarios los diseñadores ¿cómo iban a diseñar un procedimiento con el que podían ser, ellos mismos, despedidos?

Así pues, tenemos que resignarnos a que nos gobiernen vagos, inútiles, maleantes, drogadictos, “por imperativo legal” ¿O mejor decir “por falta de previsión”? La cuestión es que da muy mal rollo pensar en ello pues ¿no es como cavar nuestra propia tumba? Es por eso que agradeceré que, en lo sucesivo, nos sigas regalando alguna de tus perlas. Poder imaginar a un “presidente con orejas de burro” nos hará reír, como hace reír, a los americanos, el amigo invisible de su presidente senil; y reír siempre hace bien. Yo te entiendo y voto, como tú, por un futuro con sentido del humor.

José Miguel Ruiz Valls