• Escrito por Aitziber Mondéjar
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A río revuelto, ganancia de pescadores

Cada año se producen en el mundo entre 1,3 y 4 millones de casos de cólera, y su mortandad ronda el 1% de los afectados, hoy en día. Es una enfermedad endémica en muchos países, que ha producido millones de muertos en todo el mundo a lo largo de los últimos siglos y cuyo origen se ubica en el golfo del río Ganges, en India. Desde comienzos del s. XIX se expandió por todo el mundo, pero no fue hasta finales del s. XIX que se identificó su origen y se empezó a frenar su expansión.

Durante prácticamente un siglo, se consideró que el cólera se transmitía por el aire. Las medidas que se impusieron fueron de grandes cuarentenas en las que las personas enfermas eran aisladas del resto de la población para evitar contagios. Sin embargo, esas medidas no servían porque la enfermedad no se transmitía por el aire, como se pensaba. 

La vía de transmisión la descubrió un médico británico, John Snow, en el año 1854. Él vivía cerca del foco de contagio, una fuente de agua pública. Ya tenía experiencia en la importancia de la salubridad y el agua en la salud y fue atando cabos hasta que dio con el lugar que provocaba la infección y el motivo de la misma: el agua contaminada.

Su descubrimiento no fue reconocido hasta años después, atribuyéndole a Pasteur el mérito en 1881.

Mientras tanto, en esas mismas décadas del siglo XIX, en distintos lugares de Europa se siguieron sufriendo grandes oleadas epidémicas que nadie sabía contener y se seguían tomando decisiones al respecto, más o menos erróneas, más o menos interesadas. En el caso de Vitoria-Gasteiz, se decidió derrumbar parte la muralla de mediados del siglo XIII, para ventilar mejor las calles de la ciudad y así contener la enfermedad. Sería de mal pensados atribuirle a esta decisión algún otro interés de ampliación urbanística en la ciudad en aquella época, aunque efectivamente coincidieron en tiempo y lugar ambas circunstancias en el mismo momento.

La mayor revolución científica de los últimos siglos, la que más vidas ha salvado y la causante del aumento de la esperanza de vida ha sido y sigue siendo la higiene. Implementar medidas de higiene privadas y públicas fue lo que marcó un antes y un después en la esperanza de vida y su mayor éxito se dio en Europa.

Hoy en día sabemos que también el cólera se puede evitar con medidas de higiene y asegurando el acceso de la población a agua potable. En caso de contraerlo se puede solucionar fácilmente con la ingesta de sueros (en mayor o menor cantidad dependiendo de la gravedad del caso) y de zinc. 

La industria farmacéutica ha inventado vacunas, de escasa eficacia durante muchos años, contra esta enfermedad. Ahora tiene una versión producida por modificación genética, supuestamente eficaz frente a los serotipos Inaba y Ogawa (existe un tercer serotipo poco frecuente). Desconozco las consecuencias a largo plazo que este tipo de vacunas modificadas genéticamente pueden producir y los que las venden no nos lo van a contar, en caso de que lo sepan.

Los seres humanos seguimos provocando guerras, generando la desigualdad social. la miseria y la destrucción mirando para otro lado. Se destruyen los sistemas de saneamiento de los países, se generan hambrunas y devastación y cuando las enfermedades se manifiestan, enviamos a nuestros salvadores con vacunas génicas a solucionar el problema, teóricamente, aunque en efecto no hacemos más que construir futuros problemas ¡No hay que desaprovechar ninguna oportunidad de hacer negocio!  Y seguimos inventando cuentos que nos ayuden a digerir una realidad que pocos quieren mirar de frente.

¿Cuántos están haciendo negocio con este nuevo cuento? ¿Cuántas pruebas, test, telas, plásticos y demás basuras nos tienen que vender todavía? ¿Cuántos nuevos clientes se han apuntado al carro de sostener este sistema clientelar? Eso sí, siempre en nombre de la salud, la ecología y el respeto a las normas…