- La opinión de Patxi Lázaro, colaborador de euskalnews.com
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¿A QUÉ JUEGA EUROPA EN UCRANIA?
Se asume que Europa está librando una guerra por poderes. Eso sí, por bienes de índole superior como la libertad, los valores occidentales y la independencia del pueblo ucraniano. ¿Hay quien se crea este cuento? Si es lo que conforta a millones de palomos conformistas y a esa nutrida legión de combatientes de sofá que desde sus cuentas de Twitter apoyan el esfuerzo bélico de Celensqui, nada que objetar, oiga. Sarna con gusto no pica. Algún día, cuando se pongan las cartas boca arriba, toda esta gente se va a llevar una decepción. Y conste que quien así habla es un convencido liberal, comprometido con la defensa de nuestra cultura occidental y que no se iría a vivir a Rusia bajo ningún concepto. Pero, ¿qué le vamos a hacer? Me interesan ante todo los hechos y la verdad forense, Caiga quien caiga, no estoy dispuesto a comulgar con ruedas de molino. Después de la opinión, los datos. Al igual que hice en su día con las cifras del Covid, llevo tiempo estudiando las estadísticas que resumen la ayuda prestada por un número de países al esfuerzo militar de Ucrania. La información se encuentra disponible para quien quiera verla en un dataset del prestigioso Instituto de Economía Mundial de Kiel (Alemania). No voy a abrumaros con las cifras. Tan solo comentaré lo que más llama la atención.
Hasta la fecha el importe total de las ayudas -militar, indirecta (pero centrada en el esfuerzo de la guerra) y humanitaria- asciende a alrededor de 84.000 millones de euros en todos los rubros contables: suministro directo de armas y municiones, préstamos para comprar armas, alimentos, medicinas, vehículos, bienes de equipo, etc. Se trata de una cifra importante que de entrada nos revela que nos encontramos ante algo más que una respuesta humanitaria. ¿En qué guerra anterior ha movilizado la comunidad internacional, principalmente Europa, un volumen asistencial de semejante magnitud? De ese monto, más de la mitad ha sido facilitado por Estados Unidos.
Este esfuerzo parece algo colosal y nunca visto. ¿Cómo es que con tamaño dineral las tropas ucranianas no están ya a las puertas de Moscú? Tira de calculadora y no te costará dar con la respuesta. El coste de los sistemas de armas modernos es tan elevado, que las cifras a que asciende la ayuda militar, cuyas partidas principales corresponden respectivamente a EEUU (34.000 millones) y a Reino Unido (5.400 millones) no dan más que para adquirir una cantidad reducida de armamento. Hablamos de unos pocos miles de cohetes antitanque Javelin y NLAW, y de apenas un millón de proyectiles de artillería de 155 mm. Algo a todas luces insuficiente para llevar a cabo una campaña exitosa de reconquista del territorio ucraniano en poder del ejército ruso. Si las potencias occidentales quisieran una victoria clara en esta guerra, deberían movilizar una cantidad de recursos mucho mayor, por ejemplo del orden de lo que EEUU gastó para la invasión de Irak. Pero eso son palabras mayores. Por si fuera poco, las ayudas solo incluyen sistemas de defensa, pero no elementos de ataque como tanques y aviones.
En resumidas cuentas, parece que EEUU y sus aliados europeos están comprometidos en una guerra por poderes contra Rusia. Pero suministran su ayuda con cuentagotas, proclamando a los cuatro vientos unas cifras de dinero infladas al mismo tiempo que disimulan la reducida magnitud física y el carácter principalmente defensivo de los suministros -de ahí el eterno cabreo de Celensqui, por ejemplo cuando Pedro Sánchez se negó a entregarle los 53 tanques Leopard que España tiene muertos de risa en un almacén del ejército, pretextando el mal estado de los mismos-. Da la impresión de que la estrategia de la OTAN consiste en contener y desgastar a Rusia, pero no en obligarla a salir de Ucrania. Más allá de esto no existe ningún plan, salvo las inevitables negociaciones de paz llevadas a cabo por la diplomacia profesional de Washington y Moscú.
