BlackRock es uno de los mayores impulsores de las llamadas inversiones ESG, políticamente correctas porque promueven el medio ambiente, las causas sociales y una administración impecable. El fondo buitre, que gestiona 10 billones de dólares en el mundo, se empeña en aparentar que algo muy distinto de lo realmente es: la personificación misma de la especulación sin escrúpulos.
La inversiones ESG apoyan el capitalismo de rostro humano, en las que el beneficio no es lo primordial. El objetivo es canalizar fondos hacia las empresas en función de su compromiso con los objetivos verdes y causas nobles, como la diversidad racial y de género. El capitalismo es cada vez más verde y, a su vez, en el capitalismo lo verde es una mina de oro.
BlackRock es, con diferencia, el mayor proveedor de fondos políticamente correctos en Estados Unidos y, además, cada movimiento que realiza en la inversión sostenible tiene un efecto dominó masivo en las demás industrias.
“La inversión ambiental, social y de gobierno (ESG) consiste en invertir en el progreso y reconocer que las empresas que resuelven los mayores desafíos del mundo pueden estar mejor posicionadas para crecer”, escribe el fondo buitre en su página web.
El cabecilla de BlackRock, Larry Fink, lleva varios años sosteniendo que “el riesgo climático es un riesgo de inversión”.
“La mayoría de las partes interesadas -desde los accionistas hasta los empleados, pasando por los clientes, las comunidades y los reguladores- esperan ahora que las empresas desempeñen un papel en la descarbonización de la economía mundial”, escribía Fink en la carta de este año. “Pocas cosas tendrán más impacto en las decisiones de asignación de capital -y, por tanto, en el valor a largo plazo de su empresa- que la eficacia con la que navegue por la transición energética mundial en los próximos años”.
Al mismo tiempo, Blackrock es uno de los mayores inversores en petróleo, si no el mayor. Sólo en Texas, tiene más de 100.000 millones de dólares invertidos en el negocio de los combustibles fósiles.
El crecimiento de las inversiones y empresas ESG ha sido asombroso. Más de 35 billones de dólares en activos en todo el mundo supervisan el clima y la sostenibilidad, un aumento del 55 por cien desde 2016.
Inversores, bancos y empresas se han adherido a una serie de alianzas, desde la Alianza Financiera de Glasgow para el Net Zero (GFANZ) hasta la Alianza Mundial de Inversiones Sostenibles (GSIA), los Principios de Inversión Responsable (PRI) y el Instituto Internacional de Gestión de Conflictos (IICM), comprometiéndose a reducir sus propias emisiones de carbono y las de sus carteras.
Los administradores del índice brusátil S&P500 mencionan ahora los ESG una media de nueve veces al trimestre en sus presentaciones de resultados, en comparación con sólo una vez, o ninguna, en 2017.
Fuente: mpr21