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OPINION

“La cuestión palpitante” – Teresita Ávila

  • Escrito por Teresita Ávila, colaboradora habitual de #EuskalNews
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“La cuestión palpitante” – Teresita Ávila

No es posible destruir las pasiones; hay que tratar de dirigirlas hacia un objetivo noble. Es necesario que cada uno pueda satisfacer sus propias pasiones dentro de los límites de la virtud, y que nuestra hermandad le proporcione los medios.

León Tolstói, Guerra y paz.

El circo funciona a pleno rendimiento. Las rotativas echarán humo con la cuestión palpitante -robándole el título al famoso ensayo que Emilia Pardo Bazán publicó por entregas en La Época– durante varios días. El motivo no hay que mencionarlo siquiera. Vivimos el fragor de la batalla, estallan las bombas, aturde el estruendo, y las balas silban alrededor. Sin casco, y como pollos sin cabeza, triunfa el desmelene y asoman las vísceras: hiede el campo de Agramante.

Vamos a detener la imagen. A congelarla. Observaremos la escena para reflexionar. ¿Quedan ganas y capacidad?… Deberíamos hacerlo ahora. Es imperativo. Mañana será tarde. Mañana, en la batalla, no pensarán ni en ti ni en mí, ni… Nadie podrá pensar, siquiera.

El ejercicio del poder ha derivado en farsa. Valle-Inclán lo vio claro. Escribe en La lámpara maravillosa: “Cuando mires tu imagen en el espejo mágico, evoca tu sombra de niño. Quien sabe del pasado, sabe del porvenir”. Mal futuro, entonces, nos espera. Negras sombras se ciernen y empañan los espejos. Por si no lo recuerdan, los espejos deformantes del Callejón del Gato revelaban una imagen grotesca, absurda, insana, que nadie en su recto juicio desearía para sí. Otros, en cambio, trabajan infatigablemente en el diseño atroz de una sociedad enferma. Malnacidos. Sí. Ahora quiero herir con la palabra, empuñar la única arma con la que cuento y dejar escrito un no rotundo contra todo el ejército que promueve el mal, lo ampara o, cobardemente, calla.

Ataque frontal, por la retaguardia, con maniobras de distracción en la oscuridad o a las claras del alba, la ministra títere llora sus penas en el Congreso.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz?

Ninguna lástima puede dar el triste espectáculo que se muestra en un torpe intento de suscitar, no piedad, acaso empatía. Han demostrado muy poca al poner en movimiento toda la artillería pesada con la mira bien fija en los más vulnerables, en los niños, en los desfavorecidos, en los enfermos, en las familias, en todo lo que aún queda en pie de bueno. No. Repetiré una y otra vez.

¿Qué orden natural, qué respeto, qué amparo dicen promover, si todas sus políticas se dirigen al ejercicio de lo más vil y rastrero? ¿Dónde están las soluciones reales que no conduzcan a una “solución final”?… Hagan el favor de quitarse la venda y mirar con ojos limpios, deshaciéndose del artificio, y rebélense de una santa vez, por Dios. Que parecen de goma.

¿Qué noble destino hay en la mal llamada ley de muerte digna, en la desigualdad impulsada por la ley trans, en la confusa “solo sí es sí”?… Lo evidente es que todas ellas están destinadas a apuntalar una sociedad deconstruida, reventada, dinamitada desde el interior, que liquide la necesaria confianza entre sus miembros, medie entre ellos cualquier tipo de relación. Es insufrible aguantar discursos a favor de la cultura de la muerte. Y más extraño resulta comprender que cabezas bien amuebladas no ejerzan como tales y se adhieran como lapas a las modas del pensamiento en vigor.

Somos muchos más. El movimiento es imparable. Una vez traspasada la frontera, la bandera no se rinde porque sí. La soberbia y la mentira han quedado al descubierto por haber cometido la osadía de creerse superiores. En realidad, nos han hecho un favor. La carne de yugo reivindica justicia. Hasta es posible que se revuelva en contra de los que citan poemas reivindicativos y el grano de avena se les atragante. Sobre todo, dejad a los niños, alejaos de ellos con vuestras sucias garras. No perturbéis su inocencia. Balenciaga -y posiblemente los que vistan la marca- va a tener muy difícil restaurar una imagen ya muy dañada. Nosotros decidimos que no habrá concesiones, ni paz para los malvados.

Y nadie piensa que el hecho de considerar la grandeza como la medida del bien y del mal es la confesión de su nulidad, de su infinita pequeñez.

León Tolstói, Guerra y paz.

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John Henry Kurtz
John Henry Kurtz
1 año

La Agenda 2030 y los globalistas satanistas al descubierto. Teresita, me quedo con el esperanzador: “Somos muchos más. El movimiento es imparable”.

Teresita
Teresita
1 año
Respuesta a  John Henry Kurtz

Al menos quedará el honor de hacerle frente. Hay algo místico que se percibe, el impulso y la energía como resultado de lo bueno. Gracias por estar.

Jan Sea
Jan Sea
1 año

Qué maravilla de artículo, Teresita. Escribes como los ángeles. Muchas gracias por tu luz.

Teresita
Teresita
1 año
Respuesta a  Jan Sea

Jan, muchas gracias por el comentario. Un abrazo.

Dr.fin
Dr.fin
1 año
Respuesta a  Jan Sea

Me apunto al comentario de Jan… como los Ángeles…

Teresita
Teresita
1 año
Respuesta a  Dr.fin

Gracias, Dr. Fin

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