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OPINION

Sin miedo – Frasco Martín

Escrito por Frasco Martín (MENADEL)

Sin miedo

El miedo nace de la ignorancia… y la alimenta.

En el Principio… no hay sentido del ‘yo’. Ese centro transpersonal es el reflejo individual de la condición paradisíaca indiferenciada –y universal– que desaparece en cuanto, siendo niños, tomamos consciencia y ‘coloreamos’ el mundo… nuestro mundo. Surge el ‘yo’… y el ‘otro’, así como la idea de lo ‘mío’ asociado a la identidad corporal incipiente. Idea de existencia que implica espacialidad y temporalidad. Los límites de nuestra individualidad psicofísica, según la creemos-creamos. Apegados a la entidad recién adquirida intentamos conservarla, protegerla… ante lo ajeno-exterior… la ‘amenaza’. El ego se desarrolla, generando estrategias más o menos sutiles, para obtener lo que cree que le proporciona felicidad y evitar lo que cree que le causa sufrimiento. Miedo a no conseguir lo que se desea. Miedo a perder la identidad. Miedo a la muerte, dolor y pérdida… Y hay muchos tipos de muerte, dolor y pérdida.

El miedo paraliza, retuerce, solidifica, reduce, limita. Cuando el miedo aparece -sin entrar en procesos neurobiológicos y demás cortisoles-, las funciones del alma (memoria, razonamiento e imaginación) se alteran y pierden ‘luminosidad’. ‘Modo supervivencia’ lo llaman algunos… que puede tener su ‘valor’ en momentos puntuales pero, ciertamente, el hombre es menos humano cuando el miedo lo domina… y se convierte en más ‘dominable’. Disminuido el raciocinio, acepta sumisamente la ‘solución’ que se le proponga… y los chivos expiatorios que interese quemar en la hoguera de la ira-frustración que el miedo suele encender.

Cuando surgió el asunto ‘pandémico’, allá por el 2020, fue esta cuestión la que se me hizo más evidente. Ignoraba -e ignoro- cual es la naturaleza y origen del ‘virus’ famoso –si existe realmente o no–, si es el causante del ‘síndrome covid’ –o hasta qué punto–. No tengo información –o quizás tenga demasiada– ni conocimientos para una respuesta significativa. Pero de lo que si tengo certeza es de cómo se ha manejado el tema política, sanitaria y mediáticamente. El uso y abuso del miedo. Se ha propagado, promocionado y potenciado cruelmente. Las medidas que supuestamente se anunciaban como salvadoras sólo hacían fomentarlo: protocolos, bozales obligatorios, confinamientos… y las famosas ‘terapias génicas’ –con sus pasaportes vacunazis–, aceleradamente desarrolladas, convenientemente preparadas y bajo coacción –impuestas, en muchos casos– inyectadas. Un coctel terrorífico que se hizo tragar en masa a una población indefensa. Indefensión aprendida y pérdida de defensas… físicas y psíquicas. Ignoro el grado de intencionalidad de los partícipes de esta infernal estrategia, quiénes son los títeres y quiénes los titiriteros. Sospechas tengo pero no me voy a enredar en especulaciones al respecto. Tampoco entraré en cuestiones que desconozco: grafeno, spike, direcciones MAC y demás historias. Asuntos que ni puedo negar ni afirmar, pero creo que hacen más dudar que clarificar y se sitúan fuera de mi experiencia inmediata, razonamiento e intuición. En cualquier caso, no es necesario, teniendo otras certezas más directas.

Una de tales certezas tiene que ver con el ‘espíritu de los tiempos’. Dicho de otra manera, todo esto se cuece en el caldo de cultivo apropiado. Una sociedad fácilmente asustadiza porque su suelo se tambalea y su cielo se resquebraja. Sin principios metafísicos ni fundamentos religioso-filosóficos no hay discernimiento entre beneficio y perjuicio (moral) ni posibilidad de acción correcta (ética). Sin creencia, sin fe en lo trascendente, no hay oportunidad de alcanzar certidumbres que llenen de esperanza y confianza, que permitan vencer temores y relativizar sufrimientos cotidianos. Soporte vital y propósito existencial. Cuando se está firmemente asentado y la aspiración es elevada, difícilmente seremos zarandeados por temores inducidos, por muy tecnoecosexoplutocráticos que sean. Ni oportunistas “virus” e inyecciones, ni conflictos bélicos patrocinados, ni fiascos climáticos o geoingenierías a la carta, ni juegos del hambre y agua, ni ideologías deconstructivas, globalismos, nacionalismos y demogrescas esquizoides, ni aliens en su tinta… Porque está claro que a los políticos-títere les encanta lo de asustar y ‘salvar’… y van a seguir haciéndolo o, al menos, intentándolo.

No nos queda otra. Buscar la salida –o entrada, según se mire– de este laberinto que nuestro ego –y su expresión-manifestación exterior– ilusoriamente construye para tenernos correteando temblorosamente sin parar… lo que nos lleva al Principio: la búsqueda espiritual, trascendente, esencial. El retorno-recuerdo de nuestra condición primordial y el camino para realizarlo. Cada cual desde su nivel de consciencia, características individuales, condicionantes e intenciones. En cualquier caso, reconociendo la ignorancia desde la que se parte y la sabiduría que las diferentes Tradiciones Espirituales y sus sabios, santos y hombres de conocimiento han legado y transmiten. Guía imprescindible para no enredarse en el laberinto del alma confusa, dentro de un marco espiritual-religioso que proporcione los soportes y apoyos necesarios. La fruta sin su cáscara no crece. Difícilmente se tendrá experiencia espiritual sin la forma religiosa que la nutre. «Por un lado, no puedo culpar a nadie por tener serias dificultades con la religión ‘organizada’, dado el terrible estado de todas las tradiciones religiosas […]. Sin embargo, igual que todas las personas vivas en este planeta tienen un cuerpo, todo el mundo tendrá un ‘exoterismo’, les guste o no. Si su contexto intelectual, moral y emocional no le es dado por una de las religiones en una forma más o menos tradicional, se lo proporcionará ‘el mundo’, este mundo posmoderno de laicismo militante, exclusivismo religioso militante, fantasías y distracciones compulsivas diversas […], universalismo religioso apoyado políticamente, caos social, violencia, fragmentación y temor, así como las costumbres y tradiciones populares de una u otra área limitada del mundo posmoderno, como el mundo académico, por ejemplo» (Charles Upton). Pero, por mucho que la modernidad critique las evidentes desviaciones del egoísmo humano, más allá de los ‘sepulcros blanqueados’, integrismos, fanatismos, infantilismos –y demás perversiones– se puede encontrar –si hay voluntad, intención y aspiración– camino, caminantes y verdaderos maestros.

«Diremos primero para expresar las cosas de la manera más simple, que nadie edifica sobre el vacío; ahora bien, la existencia únicamente profana, de donde todo elemento tradicional está excluido, no es realmente a este respecto más que vacío y nada. Si se quiere construir un edificio, primero se deben establecer sus cimientos; estos son la base indispensable sobre la cual se apoyará todo el edificio, comprendidas sus partes más elevadas, y siempre permanecerán tales, incluso cuando esté acabado» (René Guénon).

Buscar… sin prejuicios… sin miedo.

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Psicología Clínica y Tradicional

Frasco Martín (Col. AO-06454) Tfno. (+34) 607725547

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Frasco Martín
Frasco Martín
11 meses

Gracias por compartir.

josé miguel ruiz valls

Dices que “Sin creencias no hay oportunidad de alcanzar certidumbres” y yo te pregunto ¿Qué certidumbre has alcanzado basándote en una creencia? Creer es no saber. Toda certidumbre es fruto de la sabiduría y la sabiduría se opone, por definición, a la creencia.

Frasco Martín
Frasco Martín
11 meses

Saludos José

Considero que la ‘creencia’, a partir de la transmisión del conocimiento por parte de quienes lo han realizado, es un paso previo a la Fe y, finalmente, la Certeza.

Gracias por comentar.

Antonio
Antonio
11 meses

El viandante paró la columna de tanques. En Occidente le habrían pasado por encima.

Frasco Martín
Frasco Martín
11 meses
Respuesta a  Antonio

Saludos Antonio

Dios quiera que podamos pasar por encima de nuestros propios tanques.

Gracias por comentar.

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