Sui-Cidium – Frasco Martín
Escrito por Frasco Martín (MENADEL)
Sui-Cidium
Pensamiento, intento y consumación: asunto del que cuesta hablar pero del que cada vez se habla más. Demasiado evidente como para obviarlo. La prensa abunda en cifras, datos, estadísticas… y correlaciones con infinidad de causas secundarias: tecnología, adicciones, soledad, redes sociales, violencia, imagen, carestía, dependencia… Desde luego, todos estos factores tienen que ver con el problema pero, como suele decir don Juan Manuel de Prada, «a esto se le llama poner tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias».
Siglo XXI. Supuestamente, en la cumbre evolutiva de un proceso planetario… si nos creemos el cuento del ‘progreso’, claro. Un cuento de cienciolatría, nihilismo, relativismo e infantilismo. Una historia empotrada desde el sistema educativo y los medios sistémicos de ‘información’. Un relato lleno de grietas que intentan parchear a base de cortar cabezas a la hidra, criatura de su tiempo. Más leyes, más regulaciones, más medios, más médicos, más psiquiatras, más psicólogos, más agentes sociales, más psicofármacos, más ejercicio, más dieta, más Ignorancia Artificial, más distracciones… En el ‘reino de la cantidad’ la respuesta siempre es ‘más’. Más allá… más lejos… de Uno Mismo.
Uno Mismo con mayúsculas. No confundir con ese ‘uno mismo’ (ego) de la autocomplacencia, la autoestima y el empoderamiento resiliente, ecosostenible, antiespecista e inclusivo que la ideología de la modernidad promociona. Individualismo egoísta disfrazado de buenismo colectivista. Y por aquí asoma la raíz de la cuestión. Nuestra progresista civilización ha cercenado -o velado, pues en el fondo tal cosa no es posible- el vínculo con nuestra Realidad Esencial, ese Uno Mismo de naturaleza espiritual-esencial y preexistencial, reduciendo la idea de ser a una masa-materia biológico-mecánica. Cuerpo-mente y poco más. De una perspectiva espiritual y religiosa al racionalismo humanista hasta el sentimentalismo transhumano, donde la realidad queda determinada por el voluble capricho de lo que cada cual desee, sin cuestionar la naturaleza del deseo, su razón, su causa y sus efectos. Un sinsentido globalizado, un occidente des-orientado encaminándose a su doloroso ocaso. La trampa de la filosofía callejera: «si te hace feliz sentirte así… piensa lo que quieras, mientras no le hagas daño a nadie», identificando felicidad con sentimiento, sin entender que todo sentimiento proviene de un pensamiento (generalmente inconsciente) que implica una perspectiva vital sujeta a limitación, ilusión, error… máxime cuando se mueve al capricho de la pasión del momento, según moda u otros interesados condicionamientos, justificados en el encuentro de unos cuantos en la misma burbuja, magnificados por la red global (cualquier desquiciante despropósito tiene miles de ‘seguidores’, si se busca en infranet: incesto, pedofilia, body positive, transhumanismo, transcapacitismo, transloquesea… ). Resulta que ‘sentirte así’ puede que te haga experimentar un placer momentáneo… pero te conduzca a un perjuicio y sufrimiento mayor. Todo por ‘pensar lo que quieres’, sin comprender el origen y consecuencias del pensamiento, haciéndote daño a ti mismo y, por extensión, al resto. El paroxismo del delirio aparece cuando se pretende que los demás compartan la ilusión, a riesgo de ser tachado de ‘fóbico’ si no se participa en el engaño (que todos alucinen conmigo y así alucinaré mejor).
Sui-Cidium: la muerte de ‘uno mismo’. Sin Fe, Esperanza ni Amor en lo trascendente, no hay Fortaleza, Justicia, Prudencia ni Templanza para afrontar las vicisitudes del existir. El edificio se desmorona sin pilares (fundamentos-principios) celestiales. Nuestra alma debe su existencia al Espíritu. Sin esa conexión pierde sentido. Sin sentido, el alma queda atrapada en la identidad corporal, buscando satisfacción y respuestas en un universo material que no puede proporcionárselas. Ni más guapo, atlético, listo, rico, influyente, carismático, poderoso, habilidoso, erudito, informado, locuaz, llamativo, espectacular, extravagante, sexy…
El ego es el alma ‘sin’ Espíritu, intentando expandirse en su descenso a los infiernos. Ni más likes, aprobación, aplausos, elogios, comentarios, lectores, espectadores, followers o retweets. La Luz que desciende de la dimensión espiritual se colorea en el alma y sus matices particulares, iluminando el reino material. Sin esa Luz, buscamos en la materia lo que la materia no puede darnos. Cuando la frustración es insoportable, la salida parece ser… la salida.
Desde la perspectiva tradicional y su unidad trascendente, el suicidio –salvo heroicas y altruistas excepciones– es considerado un atentado contra la naturaleza humana, contra el vehículo psicofísico que el Espíritu nos ‘presta’ para existir en las condiciones que nos corresponde. Llama la atención cómo para afrontar el natural dolor que una pérdida supone se llega a justificar –e incluso exaltar–, ya sea considerándolo una muestra de ‘valentía’ o asegurando resultados paradisíacos. No es precisamente paz y felicidad lo que auguran las diferentes tradiciones espirituales a quienes deciden cometer tal crimen, ahora bien, cada caso es único… y quién sabe el recorrido post mortem que el destino nos depara. En cualquier caso, los discursos de aprobación del suicidio me parecen un tanto osados, aumentando la confusión y facilitando a quienes se encuentran en tal frágil situación tomar decisiones desastrosamente irreversibles.
Re-ligando (de donde proviene la palabra “religión”) el asunto, reconectando, revinculando, regresando, retornando, volviendo al centro (con-centrándose), recordando… se hace evidente la imperiosa necesidad de superar el dolor de la existencia… «Haber sentido este dolor (una cosa bien diferente de desear no haber nacido nunca, o de un pensamiento de suicidio) completa la preparación intelectual. El tiempo para la acción ha llegado. Una vez convencidos de que el ego “no es mi Sí Mismo”, nosotros estaremos preparados para buscar nuestro Sí Mismo, y para hacer los sacrificios que la gesta demanda» (Ananda K. Coomaraswamy). El suicidio, por tanto, es una desviación-perversión de la ‘batalla’ –desde una perspectiva ‘guerrera’– ante el ego. No es nuestro cuerpo o la existencia ‘física’ el enemigo a eliminar, sino los aspectos inferiores-ilusorios del alma –purificación, transformación, extinción o consciencia, desde otros puntos de vista–. «Aquel que después de haber nacido con un cuerpo humano obtiene el Conocimiento del que hablan los Vedas; si como un necio no hace esfuerzo alguno por obtener la liberación, es como si se suicidase. Ese hombre se labra su propia destrucción apegándose a este mundo irreal y a los objetos transitorios» (Shankaracharya).
Frasco Martín
Centro MENADEL Psicología Clínica y Tradicional
MIJAS NATURAL Beauty CLINIC & Hair
Frasco Martín (Col. AO-06454)Tfno. (+34) 607725547
Gracias por compartir.
Todo èsto es para Alucinar…es pura esquizofrenia, la Locura permanente, Elucubración Perpetua, Divagaciones insostenibles, desconocimiento de la Materia/Energía , del Cosmos, de la Vida misma…con entrelazamiento de Ideas y Suposiciones preestablecidas ridículas, absurdas e insostenibles, por falta absoluta de Argumentos, no solo comprensibles sino Demostrables, con arreglo al Conocimiento científico actual…todo Relativo y Revisable, Provisional, por supuesto…Vamos, que no sè para quièn habrá escrito ese artículo !?… tal vez , para Confirmar su propia Posición Existencial ?…
Saludos Josu
Gracias por su amable, mayúscula y acentuada opinión.
Mucho de tu “Ciencia” no es más que pura creencia.Y en todos los campos además; desde el origen de la vida y el Universo, hasta el psiqismo, conciencia y mente humanas, tu “Ciencia” solo farfulla frases inconexas. Tan incongruentes, que si comparamos un debate sobre los asuntos citados con una partida de ajedrez, en tres movimientos, jaque mate a tu “Ciencia”. Así que una creencia no vale más que otra. Científicamente hablando evidentemente.
Por si te sintieras tentado a contestar, te diré que te abstengas a menos que seas capaz de dar respuesta a alguna de las cuestiones expuestas.
Para congraciar ánimos y profundizar en el asunto, permítanme compartir una sugerencia: “El científico y el santo (los límites de la ciencia y el testimonio de los sabios)”.
Con mis mejores deseos.
Hola.
La ciencia sabe tanto de la mente humana como de la materia oscura. Empiricamente sabe que existe pero nada sabe sobre su naturaleza. Es tan sencillo como esto: La mente tiene necesariamente, que ser “algo”.
Si, “algo” pero ¿qué?
¿Materia? ¿no materia? Si es materia, ¿Qué clase de materia es?. Y si no es materia, ¿Qué cosa es? ¿Será energía tal vez? Entonces, ¿Qué clase de energía es? Esta es la cuestión, como dijo no se donde no se quien.
La mente para la Neurociencia es algo tan ignoto como la materia y la energía oscuras lo son para las ciencias físicas. Si algo supieran al respecto de ambas, nos lo dirían. Podrían pesarla, contarla, y medirla… y manipularla.
Pero no lo saben, y solo dicen lo que se les ocurre que podría ser.
A día de hoy, lo que dicen saber sobre la mente y el psiquismo son creencias.
Nada me gustaría más que alguien me diera en toda la cabeza con la respuesta.
Saludos.
Saludos Antonio
Interesantes cuestiones, sin duda. Quizás estos textos le ayuden en su búsqueda:
“Reflexiones sobre el evolucionismo a la luz de la metafísica y la física tradicional” y “Ciencia moderna y sabiduría tradicional”.
Gracias por su aporte.
Hola.
A propósito del título que me recomiendas.
Si. Cuando algo no es susceptible de ser pesado medido y contado, es porque está más allá de la física, y lo que está más allá de la física es Metafísica, y por esto, es imposible a día de hoy todo conocimiento científico sobre el objeto en cuestión. La mente en este caso.
Esto no gusta a la ciencia pero nada puede hacer excepto desvariar o admitir humildemente su ignorancia e incapacidad, y esto a la ciencia, le gusta menos aún. Nada se puede hacer al respecto. La Historia demuestra que si por ella hubiera sido no habría trenes, ni aviones, ni muchas otras cosas que hoy son cotidianas. Estas cosas cotidianas se deben al trabajo de verdaderos científicos, pero esa es otra historia.
Saludos.
Así es. René Guénon, por ejemplo, lo describe magistralmente en su “El reino de la cantidad y los signos de los tiempos”. La ciencia tiene su validez en el campo de su dominio y sobre lo que se aplica pero no puede acceder a lo que la supera. La absolutización de sus ‘capacidades’ es lo que llamamos ‘cienciolatría’, lo cual no supone dejar de reconocer su utilidad, desde luego.